viernes, mayo 29, 2009

Como todos los días, llega un momento en la noche que el deseo y la ansiedad me arrinconan en la incertidumbre de las horas que nos faltan. Por momentos siento que estoy desbordado de tan intensas emociones, felizmente colmado de sensaciones renacidas, vueltas a salir a la luz desde un oscuro y solitario confinamiento donde nada germinaba más que una creciente desolación y una indecisión o reproche perpetuo. Miraba yo las negras nubes cubrir el cielo, herir su inmensidad con una vaga pero pujante sensación de claustro, de pesadumbre, de estancamiento, miraba las negras nubes como garras que cortaban el tiempo de mi nefasto desvelo, miraba el infinito cercenado por una tormenta profunda e inagotable. De pronto un día, en uno de esos sencillos pero infinitamente complejos bucles del destino, el cielo se abrió por un instante. Fue entonces que entre la soledad ilimitada del negro silencio, pude ver flotando en la inmensidad del universo, una estrella desconocida y lejana que brillaba con desconsolada hermosura, lejana, helada y ardiente en un laberinto de lechosas telas de araña, brillaba abierta de brazos, con los brazos cruzados, con la mirada perdida y la frente en alto brillaba la estrella que vi aquella noche de marzo en la que sin darme cuenta cabal de mis actos, me lancé sobre ese centímetro cúbico de suerte que ardía a los gritos, en silencio, en la noche florecida y madura de marzo. Y esa estrella eras vos, Rosario, con tus alas doradas abanicando la noche verdadera de lo que parecía imposible e inverosímil para mí. Eras vos (yo no sabía) la que me esperaba como un amanecer recién lavado, hacia el final de mi dolorosa noche de un par de años. Eras vos también esa rosa como de seda, que nació en mi futuro silenciosa e imprevistamente, como todas esas cosas que nos cambian la vida, llegaste de pronto y cortaste todos mis rebuscados caminos para tomar por asalto y sin permiso esa corona vacía que dormía, casi envenenada o maldita, en el deteriorado y silencioso altar de mi (hasta ahora) descolorido corazón. Te abriste paso por la selva tropical y salvaje de mi alma, tronchando sin pausas las enredaderas podridas, las zarzas venenosas, las plantas carnívoras y las lianas inmundas y pestilentes que yo mismo planté para esconderme para siempre de la vergüenza que sufría por no haber podido remontar el cielo de un amor que dejé morir injustificadamente. Te abriste paso con el poderoso machete de tus increíbles palabras, de tus hermosas emociones, de tus nobles propósitos y tu maravillosa ideología de amor por la vida y por el mundo. Es por eso que ahora, en medio de la noche congelada del más tierno invierno, me vuelve a arrinconar el imperioso deseo de consumar tu fuego sagrado, la ansiedad irremediable de poner a prueba éste ardor que me da vueltas, éste rugido de montaña de mis huesos, éste descaderarme de amor por todas tus formas, tus historias, tus voces, por todos los tonos de tus latidos, por cada una de las respiraciones que emite el armonioso centro de esa estrella hermosa, que por simple causalidad o compleja causalidad, brilló en el momento justo en que pude ver el cielo nocturno... en medio de una negra y profunda tormenta, en una noche verde de marzo. Me has traído el amanecer, Venus, and "I feel that ice is slowly melting" at last, amor.

Te amo

Hay un amor que se oculta bajo el silencio que se escapa de mis manos cuando imagino abrazarte, es un amor anónimo, sin memoria, sin ti, sin mí. Amor extranjero que camina en la niebla al lado de tu sombra que se esconde en mi boca para seguir viva. Es eterno como tú, eterno como el viento - ese que ahora sé que lo amas y gozas tanto como yo, cuánta coincidencia-, ese amor que, como cada mañana, duerme bajo el árbol en el que sueñas, en el que sueño; es un amor mudo y sin manos. Le he visto mirarme cuando cierro los ojos y me susurra palabras que se convierten en jugosos frutos cuando dibujo tu boca. Es un amor más ciego que los ojos de los vivos, más silencioso que que las lenguas muertas; en él se fermenta el vino y la locura que beberé de ti.
Ahora te veo, te acercas a mí como el más bello de todos mis momentos solitarios o la más hermosa de mis nostalgias. Es el amor ciego de amor, es nuestro amor que aún no se ve, pero se siente con tal fuego que puede arrasar con la Tierra entera. Mi amor te abrazará para curar tus heridas porque es el amor que he guardado todos estos años para ti, sabiendo que llegarías, porque has inventado la luz y las palabras y le das sentido a la vida. Tengo un amor para ti que hice con mis manos, y estoy trazando caminos para que nos perdamos en ellos... imagino tus ojos y me pierdo en ellos, porque son mis ojos y, ahí, ahí está el amor con el que te miraré... Te amo Simplemente, te amo con todo mi corazón, mi amor extranjero.

R.V.

domingo, mayo 10, 2009

Autos Nuevos - Cuarteto de Nos

Las manos apoyadas en la mesa
las rotulas temblando en el calor
y en el tercer impulso se enderezan
la van llevando

la casa tiene puertas muy pesadas
el cuarto esta lejos del comedor
por el pasillo se van sosteniendo
y la van llevando

con mucho esfuerzo se abre la ventana...
el polvo iluminado por el sol
se van acomodando en los sillones,
la van llevando...

Los árboles tapan el paisaje,
el mar esta en las chapas de un galpón
y mientras mirando lo oque pueden
se van quedando

y vendrán autos nuevos
y colchones blandos
y vendrán a buscarnos
y a sacarnos a pasear

el personal muy tarde fue alertado
inútil la carrera del calor
se van distribuyendo en la vereda
y van buscando

el día transcurre sin novedades
y vuelven derrotados por el corredor
inventan una excusa para el mundo
y la van llevando...

miércoles, mayo 06, 2009

Amanecer sobre José María Pino Suarez

Quizas tu lo hayas visto mil veces
y quizás él te haya visto mil veces a tí,
yo no lo he visto...
pero presiento en tu mirada
un atardecer sobre Jose María Pino.

O un romántico o solitario paseo
por la Plaza del Árbol de la Vida,
La tierra que besa tus pequeños pies
y el sol que parece ocultarse para siempre
Sobre José María Pino Suarez.

Yo viviría del aire que respiras
donde quiera que estés,
en la penumbra cálida de la noche
o bajo los primero rayos fríos del amanecer.

Te llevaría conmigo, más allá de la tarde
más allá del piso que estas pisando
hasta el primer y el último refugio de mi corazón,
más allá de todos los pasados posibles.

Te llevaría...

Pero ahora el viejo gran nevado
te tiene prisionera, y me tiene también
prisionero de su lejana omnipotencia
de su grandeza, su inquebrantable soberbia

Miras al cielo por donde corre hacia el sur
ves las estrellas que jamás he visto.
Yo miro el norte, y busco en la noche
los rastros vivos de tu olor.

Creo verte caminando, altiva
entre las luces de la galería Metepec
con tu brillo que opaca al de la luna
con tu sombra profunda,
tus silencios remotos.

Piensas en mí...
yo sueño con vos.

martes, mayo 05, 2009

Deseos y Voluntades

Me es imposible si quiera comenzar a tratar de
contarte todas las cosas que despiertas en mí, las inacabables
sonrisas, los insondables misterios, las tardes, las mañanas y las
noches que paso en un sueño despierto, acariciando el retrato ideal de
tu aurora, que ha quedado pegado como una luz sobre el apesadumbrado y
ceniciento corazón que solía tener antes que aparecieras en mi vida.
Me has llenado de hermosos sueños y canciones, has decorado mi
espíritu para la fiesta de la vida a tu lado, con tu increíble
frescura, con tu aguda inteligencia y tus nobles formas de sentir, me
has regalado el inesperado de la felicidad de la espera. Me arrebatas
con incomparable encanto, lo mejor de mis versos, mis más inspiradas
ideas de romance, pasión y aventura. Eres ahora una cristalina y
perfumada luz, que brilla como un imponente faro en la profundidad de
la noche, indicándome el camino hacia los brazos perfectos de tu
puerto seguro, de tu madrugada azul, de tus verdes delirios venusinos.
Me sumerjo una y otra vez y de manera indescriptible, en la marea sin
salida de nuestras horas venideras, pierdo el control de mis cortas
alas mientras voy cayendo en picado hacia la profundidad de un
sentimiento adorablemente inesperado y alucinante. Y eso me hace tan
feliz, nena, que quiero perderme por siempre en tus oscuros rincones,
que quiero encontrarme y encontrarte y encontrarnos en el mágico
resplandor de tu felina mirada para que pueda ir arando, sembrando y
cultivando con mis mejores besos, cada uno de los palmos de tu piel y
de tu alma, ave misteriosa, animal esperado, pulsar de cien mil
volcanes. Te espero con el corazón abierto de par en par. Te espero
con el corazón en la mano, con un moño de regalo, para tí, todo, dulce
y amarga princesa de mis horas muertas y vueltas a nacer, no tenemos
final. Te espero con el corazón en el balcón, como una bandera de
nuestro amor súbito y duradero, con el corazón desgranado y macerado
para que lo levantes todo hasta arriba de nuevo, con tus besos, con
tus caricias, con esa cosa que te hace ser de entre todas las del
mundo, mi elegida, mi amante, mi preferida. Yo te espero... con el
corazón... amada.