viernes, diciembre 31, 2010

Frenético arranque con caída suave en pobres rimas sin demasiado sentido

Doctora chorizo
peleando en el aire
balas de salva
que esquivan las aves
en el fuego macizo
un juego de humo
perdido en un baile
por el cielo bajo.

El río de chispas
ardiendo en estruendos
avispas de fuego
entre luces y truenos
anunciando el verano
y esperando la luna.

Yo vuelvo a mirar
dentro de mi alma
mientras hago un balance
de autopistas y perlas
de micrófono y birra
y cuento mis cuitas sin llama
en la soledad de un páramo
en penumbras.

Por ahora escribo
patéticas rimas
sin estilo
Mientras recibo
la brisa marina
y ya estoy pensando
en mañana.





jueves, diciembre 30, 2010

Locura en diciembre
eternos monologos brillan
o se disuelven en el alba
momentos duros para gente blanda

amandose en silencio
compartiendo el rico patrimonio
de su tiempo.

Copetes
Cordones
Coronas
Correrías fatales
a la hora del fierro

Preocupado
por volatiles
sonidos de olas
lejanas...

Caravanas
Caraduras
Caracoles
Carcamanes disueltos
en las primeras largas
horas...

viernes, diciembre 24, 2010

AMOR Y PAZ
muchachos!!!!

jueves, diciembre 23, 2010

Poema para niños en la lluvia mientras nace un nuevo verano

Desatado bajo el alba
perplejo ante el péndulo
infinito.

Dejo caer mi honda
preocupación
como una máscara de yeso.

Vuelo entre estrellas
en la tempestad
y me alimento de sueños
el universo nutre
el pulsar apretado
y gozoso de estar.

Vengo tirando monedas
en el infinito pozo del tiempo
esperando la misma señal
que regalan en la tele
o en los clubs de bochas.

Quitame el velo de la duda
quiero verte más allá de los temores
acariciar tu pelo en la brisa
y encender mi corazón
de playa, caverna y monte.

lunes, diciembre 20, 2010

Breve Dossier del Presente

Pasado de largo en las costas marinas de tu divina locura. Posado en las rocas lejanas de una isla volcánica, miro mi difuso retrato en el agua. El pesado sentir de la alocada tentación, esas paredes que cada tanto se vuelven algo plásticas y tienden a cerrarse sobre nosotros, mientras nosotros escuchamos a los Beatles o a Papá Noel, depende siempre de la época del año.
Recuerdo que cuando abrí este blog hace unos cuantos años atrás con mi amigo el Señor N, había propuesto la premisa de hablar de actores de cine y de otras cosas que ahora no recuerdo. El tiempo se ha tornado una extraña materia idéntica a si misma, rotando sobre un tembloroso eje de infinitas causalidades. Por supuesto que no utilizaré este espacio hoy para hablar de actores de cine, aunque podría decir alguna cosita si así lo quisiera.
No recuerdo cuándo fue la última vez que pude ver adentro de tus ojos, el velo transparente de los años va borroneando la imagen definida y la convierte en sombras, apenas dibujadas sobre un viento que no existe a ciencia cierta. Toda nuestra realidad, nuestros sólidos complejos, patologías de heroicas vivencias, viciosas disciplinas sociales, copias de una máquina sin toner, todas las paredes, como decía hoy, también los telones de antiguos auditorios, todo va desvaneciéndose suavemente mientras el alma intenta aferrarse a un minúsculo momento de felicidad, a un rayo de sol hermoso, que justifica nuestro místico peregrinaje por esta tierra manchada de sangre, nuestra procesión de ígneos amores, de profundas antorchas en la noche ciega de la rutina.
Mientras tanto la guitarra ronronea como un motor borracho de aceite y de brillantes explosiones contenidas, lágrimas sin letra que trabajan el aire como un caprichoso alfarero sobre la madrugada blanda de ensoñaciones. Me paro y me saco el sombrero frente al delirante misterio de tu desfile de notas eléctricas, guitarra, profunda vibración de los dolores que no pueden formularse de otra forma. Metiendo dentro del efímero marco del tiempo los más disparatados pulsos de la conciencia, sometiendo su asfixiante presión a un solo punto sobre las cuerdas, doblándolas hasta hacer que parezca el llanto de una pequeña niña poseída por el demonio.
Mientras tanto, del otro lado de la ventana color beige, se esconde la noche profunda y verdadera, esa noche de suaves arenas sin tiempo, donde todos y cada uno de aquellos acogedores castillos que creíamos haber construido, perecen bajo la aplacada omnipotencia de lo inevitable.
Sin embargo la noche está preciosa, afuera la luna llena nos ofrecerá un eclipse que marca el inicio del verano, sino me equivoco. Anécdotas, historias del arrabal montevideano, cosas que le pasan a gente como vos, gente que se queda despierta hasta tarde y nutre sus selváticas parras con el candor adormecido de la madrugada, con el profundo simbolismo de algo tan perfectamente natural como un solsticio, no veo por qué tanto alboroto, sin embargo lo hay. Las sombras de la oscuridad bailotean en los charcos perfumados por altas estrellas, mi corazón vagabundea tras rastros de liquidas constelaciones, viajo a dedo por el lado oscuro de mi propia razón y de mis inacabables limitaciones. Alzo mis brazos bajo la luz del tungsteno, me prendo un cigarro con el boleto para mi último avión a la muerte y pienso en mañana a la mañana.

lunes, diciembre 06, 2010

Corto, muerto y sigo

Amarrado, atado, vendado, cortado
desvelado, cansado, desbundado
y mortalmente aterrado.

Desafiante, delirante, distante
insultante, pero por siempre amante
de ese sentimiento dulce y profundo.

Soy de la que me compre
soy de la que me de con sus caricias
un mundo acuoso donde morir de amor
y de locura.

sábado, diciembre 04, 2010

Plateado el Río Negro

Los pasos inquietos que pisan el pasto
Guiando a la luna profunda en el cielo
Las manos pequeñas, frías
Por afuera.

Hubo tormentas de amor en mi mente
Había una luz en tus ojos
Princesa, Doncella, Montesa
Por dentro.

El río bañaba al deseo desierto
El sauce apagaba las voces
Tu cintura arabesca,
Tu mirada perfecta.

Tus alas son largo cometa en el cielo
Guiando a la luna redonda
Tu inmensa desnudes junto a la mesa
Oh!

El río bañaba al deseo desierto
El sauce apagaba las voces
Tu cintura arabesca,
Tu mirada perfecta.

Hubo tormentas de amor en mi mente
Había una luz en tus ojos
Princesa, Doncella, Montesa
Por dentro.

El río bañaba al deseo desierto
El sauce apagaba las voces
Tu cintura arabesca,
Tu mirada perfecta.

jueves, diciembre 02, 2010

Carta de un amor desesperado

Sigo dando vueltas alrededor de este pensamiento. Un calor profundo en mis entrañas, una extrañeza perfumada de sombras circula de un lado a otro de mi propia boca. Estoy hablando el silencioso lenguaje de la soledad, hundido hasta el cuello en tu confusión pueril, en tu ensopado de púberes dudas con razón. Cómo pude haber desembocado totalmente desarmado en esta madrugada perdida, en esta noche de perros sigilosos donde sigo mordiendo el hueso flaco de mi propia estupidez. Cómo he podido caer en la desgracia de este enamoramiento fatal. Cómo voy a curarme de esta infección de tus besos. Cómo voy a parar de sentir estas mortales ganas de decirte que te quiero, que no me importa cómo ni dónde ni cuándo ni porqué. Envenenado por el tóxico elixir de tu inexperiencia le canto esta oda a la irresponsabilidad del amor, al enfermizo deseo de poseerte para siempre, de verte crecer en la cárcel de cristal de mis besos. Estoy perdiendo el equilibrio en la inagotable fuente de esta soledad sin vos. Carreteas, cómo un ave pesada, apuntando hacia un horizonte naranja de preguntas sin forma, de respuestas que no querrías conocer, de miedos insensatos, de vueltas y revueltas en un circuito abierto por todas partes. Mientras tanto vas aprendiendo a volar por el ardiente ecuador de este pensamiento denso y redundante, vas abriendo tus alas enormes en un cielo cerrado por la tormenta furibunda de mi deseo recalcitrante. Palabras y más palabras brotan de la punta de mis dedos sin que pueda acabar de darle forma a esta puntada en el pecho, a este dolor de estomago que me endurece, que me quema los ojos, que me seca la boca y me ahoga en un silencio inhumano, en una mueca horrenda que delata un profundo e indescifrable dolor en el alma. Tengo que evitarte, tengo que decirte que no te quiero ver nunca más para que entiendas que soy capaz de inventar cualquier excusa para tenerte a mi lado, incluso este empalagoso bálsamo de irrealidad y de promesas absurdas, incluso este fingir que te ignoro, que no te respondo, que no te recuerdo cuándo en realidad quiero volverme uno sólo contigo. Quiero que te sientes en mi cara y me dejes sin el aire que me recuerda que no estás, que me destroces en un traqueteo de metralla, en un amargo licuado sexual. Quiero inundarme con las secreciones maravillosas de tu pureza, con la delicadeza de tu piel bajo la luna, con la frialdad de tus pezones frente al río, con el exquisito hedor de tu más profundo miedo, el miedo a perder la forma perfecta de tu alma de niña. Quiero, muero, soy.