Medio de la noche
alumbrando vasta y lejana
un candil como una luna flotante
en un reposo del corazón
vuelan las manchas del tiempo.
En la razón otrora omnipotente
han crecido rápidamente
las setas de hondos temores
por las grietas de un temporal
que se avecina
se escuchan pasos en mis sueños
y tiemblo
A la orilla de este tiempo
el mar es una daga indecisa
un oscilante parecer de dos máscaras
asimétricas.
¿Quién vela por ese pequeño fuego?
¿Quién con un cantar o un sortilegio
devolverá al tiempo lo que este ha decretado olvidar?
Envuelto en blancas gasas de humo tenue
mis cavilaciones embargan a este instante de incertidumbre
en el que el calor es casi agobiante
y más agobiante es la certeza
de este desgraciado acertijo
que ahora insensiblemente
se abalanza sobre nosotros.
Quedarán algunas chozas intactas
luego de la total inundación del alma.
Sobrevivirán algunas aves
y peces y corales o pequeños roedores
bajo las brillantes pálidas gaviotas
de esta gravidez espeluznante
bajo la mirada vigilante y siempre seria
de la sierpe.