viernes, diciembre 29, 2017

Lo que pasa en otras mesas

Oiga!!! Cada tanto surgen conversaciones demasiado bellas en las mesas de entorno. Aflora la sensibilidad última de aquel que tiembla, de la bailarina vieja de voz de piedra cascada que en la mesa del bar del amanecer dice: "dejame sentir el temblor, dejame sentir el miedo" y "es que la gola se va y la fama es puro cuento" cantando con registros de la flaca varela, mejor aún, porque esta sucediendo acá. Acá donde vienen los lobos después de atender a "los viejos", a la "gente común", a "las cucarachas". Y en la intimidad de mis fibras secretas, comprendo que cada noche es más larga que la anterior y que de aquí en más, la madrugada va a volverse cada vez más absoluta, mientras que en la otra mesa de afuera, los dos borrachos hablan como Fabián O'neill y dicen cosas de las mujeres de cuyo seno solo han recibido rechazo y humo y negrura. Siguen saliendo cantarolas en portugués, empiezan a pasar los buses y llega, irremediable, el señor gordo y rengo que viene siempre a esta hora y uno de los pibes de la mesa de la bailarina, es tremendo cigarro.
Entonces a la noche siguiente vuelvo, está sucediendo el amanecer y el camino al bar tiene calles donde la voz rebota llena de amor náufrago, voy y escuchando la retirada de siempre, la que nunca me canso de cantarle, buscando, en una de esas, que la pequeña brisa de la noche infierno de calor, llegue hasta su ventana abierta y que ella en su sillón, ojalá sola, la escuche y sobre todo, la sienta. Y suena esa bajada cuando en la mesa de al lado, está uno de los músicos que con brutal pasión ejecuts y vive la bajada que escucho "dejando el corazón ya nos espera en la frontera, dejando el corazón..." y lo saludo y el me conoce t me invita a sentarme a su mesa, en la que oh! Causalidad, hay otros 4 murguistas que conozco. Entonces vuelvo a esperar mi comida, sólo, pero acompañado en forma íntama por el amanecer y, otra vez, la misma murga y la misma murga. 

Entonces la verdad, entonces la celebración de la gracia de haber triplicado mis ingresos me lleva a dejarme ser donde brillan entre humos, las margaritas, lirios y alegrías que rebeldemente, se agarran de un costado del camino. Rodar y sudar, dormir con la mañana, ser feliz, luz para libros que podrian ser ya polvo y son alas entre las dagas de la mañana. Salir y volver, empatar, ganar y perder, todo bajo la misma piel.

miércoles, diciembre 27, 2017

Camilo Fernández

A un poeta de carnaval como cualquiera, una vez se le ocurrió:

"Una flor se hizo humo en tu boca
Y tu boca se hizo humo en mí
Ese beso en el que me contaste
Que el Amor era decir que sí"

Y con eso cierro el boliche, por ahora. 

martes, diciembre 26, 2017

Lo que imagino a veces

  Las cadenas podrían volverse serpentinas y las lágrimas estrellas. El negro antro del silencio podría florecer... Y florecerá. Cuando todo lo demas tome el vuelo que merece y cante el árbol y se duerma la lluvia y la luna con su sonrisa de princesa, derrame su gracia en las veredas y los patios y los balcones del alma. La ciudad espera, siempre espera, con su rosario tembloroso en la mano, espera, acaso aburrida, mirando el cielo, oyendo la densa conversación del mar, espera, entre suspiros y siestas. Pero para los que vivimos, los que nacimos, los que llenos de sangre navegamos las colinas del tiempo, no existen relojes que sean capaces de medir por fuera de sus agujas. Pertenecemos a los bucles, los laberintos, los enigmas, la distorsión maliciosa que traen consigo los ojos y todos sus amigos, somos la vida, la máxima encarnación del tiempo mortal y no nos queda otra que ir surfear sus antojos y designios, cantar lo poco que nos toca, y con un ramo de ciegas violetas, seguir adelante. 

lunes, diciembre 25, 2017

Torta y durazno

Torta y durazno. Los espesos dorados del atardecer se vuelcan en los techos y el celeste parece casi verde. Duraznos en derretimiento, torta y durazno. Alguien viene por las calles de la Aduana cantando y haciendo picar una pelota, que con elegancia navideña se va con su doppler rumo a la otra rambla. Acá un murmullo eléctrico y el vaivén de los peces... Tu nombre da vueltas por el techo arriba mío y yo quisiera fumar, pero recién fumé, entonces no quiero. Tengo una Blonde en el freezer, huyendo del caldo de sal que es el aire a esta hora, solo hay una brisa casi inmóvil que sostiene los edificios bajos, los que dan al Río de la Plata. Montevideo guarda, en estas pocas cuadras, su secreto corazón amurallado, su bote de madera, sus dedos de sables y los cañones más decrépitos. Habita permanente el moho de cada medalla, en el corazón de cada reina de carnaval, la ciudad y la sangre, las hogueras y los látigos, todo eso es la tarde en la que escribo, más aún, es también todo lo que no es. 


Entonces las grutas despiertan de su ceguera por un instante, grandes babosas cubren los duraznos y la torta y sé, que afortunadamente, en 12 minutos la catedral va a dar las 7, o debería darla, a menos que tengan libre el 25 se diciembre, en ese caso no sonarán las campanas de la Matríz. 


Alguien tiene una rica blonde al otro lado de la blanca puerta del freezer. Alguien medita un instante sobre su vida y siente como una caída adentro de la panza. Entonces el crujido de chapa de los contenedores cantan con unos armónicos inesperados. Detrás el nylon siendo estrujado hacia el olvido de la basura y por los siglos de los siglos permanecera ocupando las mismas ausencias que a veces llevamos en nuestros pasos, pero aún así el horizonte pesa los quilos y de algún modo te hace ir girando en espiral a 100.00 km/2; al rededor de una bola de fuego; a través de la inmensidad de lo desconocido. 

domingo, diciembre 24, 2017

Eternos los cantores

El relajo de un adiós
Por donde las banderas
Son fuego y sombras
De rimas perdidas.

Nadie los recuerda ahora
Ni esa calle ni ésta otra
Tras los lentes late
Un pequeño dolor
Y otra muerte silenciosa

Encuentro ausencia
Cuando digo sin decir
Su nombre


Apuntes de otra penúltima

Enfrentar la verdad
Esa es la parte más difícil
Porque el sol
Porque la plaza
Porque la mañana
Porque el esmerilado
Genera una difusión
Y La Verdad
Al final
Es una verga. 

Confusión
División
No todo es lo que parece
Pero parece que no lo cantaste
Lo suficiente. 

Y ahora sí, debo pasarme a la prosa porque es tremendo, a todo nivel, el hecho de estar meándose a plena luz del día y que el sistema, a causa de continuados abusos, no nos brinde una solución, como por ejemplo: un baño público. Entonces como un bailecito, una leve desesperación y mirando para todos lados y acudir a los cuida-plazas y pedir con una sonrisa y gran respeto, una solución. Sigue el meneo. Me dicen que no, que no hay baño público, que tal vez los bomberos. E ir, gentilmente, a encarar a un bombero, en este estado, que me meo, por favor. Gracias. 


Risas, murmullos
Guitarras, viento
Voces cansadas
Y la idea lejana
 de la trascendencia...

Un enjambre de automóviles
Hacía la Navidad
Ese pretexto, desfasado en el sur
Para abrazar y recordar
Nuestro linaje occidental
En sugerente curvatura mestiza.

Me queda un montón de cerveza
Pero no sé cuánto tiempo.

El día es una verdad
Mi corazón apenas una fruta. 

sábado, diciembre 23, 2017

After office:: La Grieta

Allí, al alcance de la luna
Arriba de los edificios
Entre las molduras ennegrecidas
Las veredas, los charcos y los bares
Parece haber una grieta.

Aunque las palabras sean espejos
Y los espejos espejismos
Y los espejismos seamos nosotros
Parece haber una grieta.

Por una magia de magnetismo
Algunas de las cosas caen ahí
Irremediablemente

Sin duda las palabras caen
Algunos besos caen
El perfume de alguna noche
Cae...

Cae a veces el amanecer
Y algunas flores
Cae a veces el sentido
Y a veces cae el acá y ahora

En el agua insostenible del aire
Yo nado con los ojos abiertos
Y en una de esas corrientes
Me entran hojas y almanaques
En los ojos. 

Parece que estuviese intentando evitar
Ir directo hacia esa grieta 
de suspenso indefinido
Pero las palabras 
siguen siendo descripciones

Y ahí nomás, de esa grieta
Saltan canciones
Letras y sonidos
Que retornan desafiando
A todo lo que es posible.

Canciones que amo y odio
Porque desde esa grieta
Hablam siempre de mí
Y saben lo que siento
Cuando callo.

Entonces creo hallar reparo
En la chapa malograda de un fusca
En la sugerente curvatura
Que desde bajo una falda
Pasa caminando. 

viernes, diciembre 22, 2017

Rimas de la última semana de diciembre

Hace maromas la noche
Recién caída de oriente
Tiemblan apenas los follajes
De calor y de ausencia
En la brisa transparente

Este cigarro es como un silencio
Es rush, pasión y estrategia
Lo que tengo por delante
Se trepan a la vereda los coches
Mientras sueño con el hielo
La fruición, la furia y los abrazos
Que en su olvido cargan los amantes

Aquella huella

"Palabra tras palabra
Se va mi amor'
Y 18 y Ejido y Guayabos
Y Brandzen y el amanecer
Descorchado y algo diluído

"Pero guapeo ésta melodía
Escrita con el alma
El cuerpo y la risa"

Soy buscador de azucenas
La última o la del medio
Contracanto para mi dolor.
Risa en mi boca
Que acude inesperada
Mientras vos dormís

Y qué importa si cada beso es una espina

Porque cada plaza
Y cada canción
Sabe que te busco

Cuando encaro mi necesidad
Me doy cuenta que no importa
Que mis bertetines de cantor
A nadie importan más que a mí
Aunque el alba con sus flores
Me comprenda...
A nadie importa
Ni siquiera a vos:
Adiós adiós

jueves, diciembre 21, 2017

Other way

Porque en el agua flotan las sombras
Y no hay una playa que pueda contener
La inmensidad de su silencio

Van las palomas
Grises infinitas
Vienen mis lágrimas
Secas y ausentes

Un grito recorre las plazas
Se vuelca la mañana
Tras las manos de la muerta

Mi corazón penumbra
Mi callado corazón de ameba
Isla en la muerte

Una imagen que encegezca
Y desgarre al último diccionario
La noche bolo indigerible

Se va trasformando la ciudad
Y parece que llovió

Pero no. 

miércoles, diciembre 20, 2017

Irrelevante

Hay una chica en una mesa de 3, frente a la mía, que hace una acalorada exposición sobre sus ideales. Sus 2 compañeros, varones, ostentan una actitud de apacible escucha, sospecho que uno de ellos tiene las pelotas acalmbradas de tanto lugar común. Hace rato que no habla, el otro, en cambio, que tiene un hermano menor metido en las FFAA, hace un esfuerzo por sostener la disparatada linealidad de los argumentos de la chica. Parece que está re dura, sus vasos están llenos, piden una cerveza más por pura inercia y ella se devana la lengua con la corrupción, la Policía y el sistema, mientras el tercero sigue escuchando, aparentemente ausente, mientras gesticula con los dedos en su mínimo mundo de aburrimiento, arrastra las migas de la mesa, mete un bocado casi inaudible. Amanece. 

El cielo está blanco, una brisa fresca se lleva de pronto la invasiva conversación y acuden los ruidos de los bondis, que también son parte de la textura. Yo escribo, sigo bebiendo, espero 
mi comida, siento frío y hay tanta gente...

Es como que está clavado. Vengo sólo y termino en una mesa de gastronómicos y/o murguistas, carnavaleros, rotos, defenestrados que quieren mostrar fotos, en el mejor de los casos: amigos o símil. 

Re que llegó el día, re que se vol.có el día a cara de perro. Imposible: una palabra que se me hace demasiado familiar para las 8.10 de la mañana que son. Entonces, de golpe se hacen las 10.30 y todo se fue de mambo, me parece que es porque la extraño, pero en realidad es porque busco un sustituto inexistente. Y acá estoy, sudoroso, rumbo a casa, escribiendo todavía, o mejor dicho, queriendo escribir. Pero sigue siendo imposible, como siempre, porque la poesía esta2 para ser vibida1 y esto es un ejercicio irrelevante


lunes, diciembre 18, 2017

Adversario

Se derritieron las manzanas
La noche como un cálculo
Abraza tormenta
Coágulo desastrozo
Y la rambla llena de perros sombra

Hay un monstruo
Hay un águila
Hay una dama de misterio
Que lucha y llora
En sumo secreto sacerdotal

Esta vez la ola lo cubrió casi todo
Una mentira de aceite
Que desgarra mi silencio
Y se instala como una avispa
En las tuberías de la sangre

Entonces mi cuarto se ilumina
Por la ferocidad del relámpago
Ruge el cielo inmediatamente
Y entre el calor sofocante
Me caen gotas de madrugada.

Indescifrable el adversario
Con su espada de alba pura
Me toca en el corazón
Con su jazmín de veneno simple


Necesito descansar. 

jueves, diciembre 14, 2017

Pendejadas varias

Pensamiento al pedo: nada mejor para ir cerrando la noche que sentarse a tomar la penúltima, sólo, y escribir un par de pendejadas. Así que acá:


Una ambulancia con sus luces de epilepsia cruza un taxi vacío. Alguien con gorra y delantal pasa caminando, hacia el este, dando inicio oficial al amanecer. La murga en mis oídos hace un esfuerzo raro para decirme que todo está bien, que soy señor de mi destino y de mi soledad. Soy un hombre de la noche, de los primeros brotes del alba. Este es mi lugar. Soy. Estoy sentado en el bar Las Palmas y el viejo rengo y su amigo vuelven a pasar, esta vez hacia adentro. Los mendigos de la adicción pululan como de costumbre, dándole al cuadro, el toque rotten que necesita. Pasan las chicas, trasnochadas, con los labios pintados y las tetas apretadas, saliéndose de su órbita. Siento la paz de la guerra sin fin. Ni siquiera el ardiente recuerdo de sus ojos puede ahora, herirme en mi alegría. Mi lugar de trombonista segundón, que es a su vez el del oro más buscado. Mis compañeros fueron a Lola detrás de un par de faldas angostas, empapadas en el último brindis. 



El mozo que atiende al mozo, tendrá cien años de perdón. 



El ciego, el taxista, el que pide cigarros con una camperita Santa Bárbara, los que van en el camión de la basura, el rechazado sonriente que come una pizza con un amigo que ve casi todos los días, el zumbido de la noche que cede ante el día, la luna finita y amarillenta que sale tarde en la madrugada y busca la manera de prevalecer ante el primer celeste del cielo, el cantinero peruano que anda volando y se trabaja un recio, el que arma las empanadas en el bar, la reina de mis sueños quemados que tal vez esté en su casa, con su rostro exacto y durmiente, dibujado en el marco de su cabello indescriptible, el poeta bohemio con 3 huevos que escribe casi abosrto en una de las mesas de afuera, todos compartimos un perfume y una sensación que ninguno busca explicar, ni siquiera yo. 



Acude a mí, el cariño por mi amiga Maga, que me espera gentilmente en Guazubirá, donde mi año va a comenzar entre la arena y sus palabras, cuando el aliento de los árboles silvestres y la lengua impertinente del fuego, me volverán a decir que se arrima el carnaval. Entonces pienso en La muñeca y en la extraña suerte de compartir mi tiempo con artistas que admiro, el privilegio de compartir una cerveza y un apretón de manos con ellos. La retirada de La Trasnochada, que todavía no escuché. Pequeña avalancha de fragancias, entonces tablado, entonces pastito y platea, cogollos y alquimia que año a año me confirman que, en efecto, nos movemos. 



Llenará la cerveza el secreto de mi silencio, cantará en el aire toda mi pasión por la vida. Crecerá en penumbras mi amor improbable, mi deseo de estar de su lado. Y como un consuelo, sanará mis ansias el recuerdo de su voz nocturna diciendo: te amo. 



Me acuerdo de repente que esto era, adrede, un montón de pendejadas sentimentales, que ojalá alguien considere bellas. Porque el grito inoportuno de un 103, me lo recordará sin culpa, porque me estoy dando cuenta que un día nuevo está a punto de empezar, aunque yo esté un poco rezagado, anclado con cariño perro a la mesa con aros de agua que son como anillos de compromiso conmigo mismo. 



Hay dos amigos que hablan, una diva devastada por el desengaño que me escirbe buscando un amparo que no quiere, hay un viejo borracho con un sweater blanco atado a los hombros que me pide fuego, otra muchacha hermosa que jamás se atrevió a saludarme, una brisa que arrastra a las palomas en una suavidad que quisiera conocer pero que desconozco. Pero también está ese sueño que tuve, de un museo-cementerio donde un monstruo casi transparente se vuelve una sonrisa humanoide de complicidad y de alegre respeto, está también el sueño de Leo, mi gran amigo, en el que tuvo un breve destello de la conciencia total, está la intuición metafísica de mi mamá y su batalla implacable contra la infinidad de la muerte, están las colillas de cigarros que barrí recién, transformadas de risas a basuras con un simple y grácil acto de magia, los vasos vacíos y lavados una y mil veces, la rambla invadida por la ausencia, los presentimientos o "preconecciones con eventos próximos", está el silencio amarillento del Andy, sus infecciones, están todas mis hermanas soñando con bueyes o delfines, sin poder abrazarlos jamás, está la pauta silenciosa que indica a ciencia cierta, que no hay fuerza en este mundo capaz de vencer a un espíritu impecable. Está El Tipo, está el Poroto, está Iván y Laurita, el cheff y Eugenia, embebidos en su amor insoportable, está Horacio y su amigo, con su anhelo de perseguidores arrojados hacia el alba dentro de Lola. Están Nietzsche y Poe, que a través de la charla de un Chileno en la mesa de al lado, acompañan mis pendejadas y las tuyas, que también estás... Sin estar, lector: Testigo bastardo de mis más rotas incursiones al el país donde las formas se desdibujan cuando las escribo, como ahora. 



Hoy pensé en vos, lector sectreto que día a día volves a mi templo para embriagarte de miel y de mierda, sin dejar un solo comentario. Para vos mis más brutas pendejadas, para vos esta constelación de burradas petulantes y algo aguadas.


Llegan mis amogos, inesperadamente.

miércoles, diciembre 13, 2017

Lo sé

Pasa una bici
Amanece
Espero mi comida
En Las Palmas
Mientras tomo
La última cerveza

Tengo que creer
Que su silencio
Es natural
Y finalmente
Lo hago.

La palabra "trascender"
Acude sola a mi boca
Y algo en mi corazón
Lucha por rechazarla

Parece que se escapó de mis labios
El perfume incandescente de su piel
Parece que nunca ocurrió
Y sin embargo...
Acá estás otra vez.

Voy a escribirme
A llenar el amanecer
De un remedio inútil
Para mis propios dolores

Volverás...
Yo lo sé.

martes, diciembre 12, 2017

Mensaje privado

Noche galaxia
Se agitan las cocteleras
Y las banderas como de humo
Se desmantelan del corazón.
Los últimos parroquianos
Van aferrándose a la barra
Y la brisa fria es casi un puñal
Para mis sueños de amor.

Cierro las persianas
Tomo una wee heavy
Y después un gintonic
Y salgo cantando al amanecer
Mi voz espuria
Mi corazón de luz
Le cantan erizándose
Solo la luna me escucha.

Como en Las Palmas
Pienso en ella.

Montevideo va apareciendo
Tras los primeros brillos.
El alba inmensa
Aún no cristaliza
Y es una suerte
Porque me muero de amor.

Su silencio me ha horadado
El recuerdo de su voz
Es demasiado naranja
Y la lluvia metálica 
de mi recuerdo
Pierde su gracia
Bajo los contornos
Recién iluminados.

Hoy no celebro
O mejor dicho
Celebro su negación
En austero ritual de silencio
Sé que sus dos ojos
Pasarán por acá
Pero no voy a escribirle
Porque no somos.



martes, diciembre 05, 2017

Medio camino a casa

Agujero a contraluz del sol. Sumo. Capucha. La fragilidad artística de una guitarra ecualizada un poco aguda. Ese reto, esa afrenta desde donde el artista s para ante la inmensidad. Remangar. Sentirse un poquito ajeno a la mañana que con gris laxitud se derrama ahí afuera y ahí viene el solo, es Ricardo, que soltando las palanganas y las clases, se arroja ante los parroquianos de hoy y de mañana, claramente desde fines de la década del 80. Era necesario el flanger, era necesario raparse y cantar en inglés, era necesario el flanger también en el saxo, igual que ayer, para mí, era necesario morir con un grito a tus pies, pleno febrero, era lo único posible, entendes, amor? Como decía la muñeca: cada paso me trajo hasta mí. Y ahí está el sabor. Sabés que un buen trago lleva bitters, y nosotros, perdón que te lo diga, tenemos los mejores bitters del complejo. Tengo todo, todo CASI bajo control, pero "mejor no hablar de ciertas cosas". Aceptar vuelve a ser lo más difícil. Bueno.... Ya voy a aprender. Soy quién soy. Mierda, me costó pila escribir eso último.

Soy quien soy. Con todo la sombra y la escasa luz, pero potente, que eso significa.. Y algo aún más salado: la quiero. La quiero de una forma tan diferente que la mayor parte del tiempo, no entiendo un sorete...


Fah me cansé, de verdad. Le dejo un beso, el más real y caótico de todos mis besos y le digo, con lo último que me queda: estoy acá. Esperando ese abrazo. Nada más. 

lunes, diciembre 04, 2017

Lunes con cabello negro

De la nada me vino, como una brisa, la imagen de su pelo, su perfume, mientras planificaba las pocas horas libres que me quedan por delante, perdido en ecuaciones casi inútiles, me vino la imagen de sus bucles, su mechón peinado para un costado. Fue una puntada en el esternón, inmediata, demasiado honda, resistente a cualquier intento de racionalización, me cayó como una pluma desde el alto y fragante celeste.  No hay manera de pensar que esto no es amor. Dolido, jodido, áspero, demasiado real amor entre dos ángeles del infierno que confundidos y medio rotos, patalean en la ausencia secreta. Entonces tuve que seguir adelante, mis planes se volvieron vacíos, mis ojos dos pozos de agua temblorosa y mis manos una desesperación sin linites. Escucho la radio, pasan los minutos, siento irremediablemente que el encuentro está próximo...

domingo, diciembre 03, 2017

No estaba, pero siempre está

Las campanas suenan tres veces
El sueño me esquiva
Solo acude a mí el olor de su cuello
Que entre la madrugada
Se abre camino hacia mi cama

El silencio colma los rincones
Oigo el mar charlando con la luna
Quisiera drenar, desenfrenar
Deconstruir las murallas
Que con necedad nos levantamos
Sé que nuestro tiempo es hoy
Por eso quisiera decirle
No corras más. 

Una gaviota se robó
Mis ganas de dormir
Y su carta, hace poco
Me dejó encharcado
En el afán de darle un beso.

La busqué bajo las banderas
Amarillas, negras y naranjas
La busqué entre las calzas rojas
Y solo encontré la fascinación
Del amor de su batea
Que terminó de astillar el témpano
Que su silencio había dejado.

No estaba.
Pero siempre está.


Perseguidores

Los que perseguimos. Los que como lobos o halcones buscamos en la inmensidad de la sombra, la presa de nuestra necesidad. Somos los que nos apasionamos, perseguimos polvos de constelaciones inexactas para quedarnos, muchas veces, con las migas de nuestro arcoiris, cagadas por el cordón de la vereda. Somos los predadores de nuestro destino, escuálidos, con cicatrices de sarna, con los ojos llenos de heridas y las fauces siempre rabiosas, llenas de amor por la vida. Los que persiguen. Los que jamás huyen, porque son la huída en si misma, porque van escapando de la muerte que guardan todas las esquinas, van hacia el bocado más selecto de sus propias inflamaciones. Somos la cólera y la paz del Jaguar. Perseguimos. El mundo es poco más que un blando montón de formas a nuestra merced y sin embargo vive escapándonos, ilusión de horizonte en barrigas agujereadas para siempre. Nunca nos va a arrastrar la corriente, porque somos la corriente, la vida imposible que brilla en sus ondulaciones, toda la ferocidad del azar es nuestra única herramienta. Vamos, siempre vamos. Perseguimos. 

sábado, diciembre 02, 2017

Esa palabra rara

Murga matriz de mi esencia. Murga mi magia inagotable, puedo sentirte cuando al amanecer entono los versos de siempre. Cuando las calles vacías solo amplifican los armónicos de mi voz desahuciada, que te llama, que te recuerda, amor, que te perdona siempre. Sos tanto más que el pliegue eventual de un escenario, tanto más que una mano de base blanca en la cara y unos harapos y un sombrero. Sos mi voz y mi destino, mi gloria y mi miseria, mi sueño de niño y mi aventura de adulto. Murga sombra, murga reflejo, murga caótica y afiebrada, alma y cruz, batalla y paz, murga espejismo y realidad, murga ira, murga amor. Y vos. Vos. Victoria. Motor de los sueños de mi murga, tumba de mis gritos y mis chistes, causa y efecto de mis lágrimas de payaso trasnochado. Sos la verdad, mi mentira favorita. Voy siempre hacia vos cuando me pierdo. Parto de vos para encontrarme siempre, al sur del atardecer. 

viernes, diciembre 01, 2017

Plazas y canciones

Quién quema la madera
Quién hiela mi voz
Quién paraliza mis huesos
Quién sopla la luna
Y con tres palabras
Se esconde tras telones de silencio

Dónde voy
Dónde estás
En esta tarde rota
De imperfecta perfección

El sol afuera
Siempre
Yo adentro
Vos...

Voy a leer la novela de las estrellas
Voy a llorar de abatimiento
Cuando no queden grillos
Para alivianar la última brisa
De esta primavera caótica
Pensando en vos.

jueves, noviembre 30, 2017

Cuadernos

En todos lados un rayo de sol
Canta la vereda y saludan los jazmines
Susurrando viene el río
Como un secreto de amantes
Junto con los últimos gritos
De los niños de la escuela
La catedral da las 5
La tarde crocante parece una gaviota
Que estática en su vuelo
Avanza hacia la noche
Cuando mis versos nuevamente
Evoquen tu recuerdo
Y todo sea otra vez entrevero
Dudas, deseo, miedo y pasión.

Llegará una medianoche
Y con ella, en un sobre de algodón
O empapada de alcohol 
Tu respuesta. 

miércoles, noviembre 29, 2017

Aquel abrazo y vos y yo

Mi corazón de adiós
Tu tarde zonamérica oficina
Mi temblor de murga
Tus manos de candombe
Mi historia de culebras
Tu futuro de amor

Nuestras horas dormidas
Nuestro despertar de amor
Nuestra pasión prohibida
Por un dios envidioso

Llegará la noche al Parque Rodó
Llegarán las nubes de cordero
Para acariciar el tiempo del silencio

Nos hemos reído
Acaso hemos ahogado penurias
En vasos y copas sin fondo
Pero no olvidado
De esa noche con lluvia
Y aquel abrazo.

martes, noviembre 28, 2017

Miedo de vieja

Ayer pareció acabarse el presente para dar paso a una venida del invierno metafísico. Eso es la primavera, el canal de suspiros donde se ha muerto el sol y cada golpe nos estremece con delicia de pánico y sangre-humo para viejos zapatos de charol. 

Por supuesto que no hago más que dar vueltas, un rodeo de eufemismos en el que ya nada disfrazará lo que yo la deseo, cuánto la extraño, con su veneno improbable, con su permanente esconderse, con sus huídas, con su terror de tulipán. Aunque como una roca, recaiga en mi consciencia la certeza de saber que volver a besarla sería morir y que amarla es negar el aprendizaje que me dejó su ventana cerrada a mitad de mi noche suicida. El corazón puede fallar, la razón, a veces, no es más que un cuento de viejas temerosas de los perros de la calle. Pero acá estoy, como siempre, acallando un grito que la traiga a mi cama, infectado por la duda y viendome al espejo, ojeroso, despeinado, cansado, turbio por la distancia que nos regalamos en febrero... Que ha sido hasta ahora, el más sólido de nuestros acuerdos. Pero abrazarla...

sábado, noviembre 25, 2017

La picadura del alba

Me acuesto. Solo suena la pecera y recién ahora, un motor pasando, como el aliento de un fantasma de petróleo, silbando grave por Buenos Aires. La siento urgar mis letras, posar sus ojos sobre los puntos de las íes y deslizarlos por los palitos de las tes. Huelo el perfume que se descascara de su corazón, esa brisa densa de humedad y llantos secretos. La siento pasar misteriosamente, casi de incógnito por mis prosas agujereadas y mis tormentas de hielo, que no por casualidad, llevan su nombre cifrado al dorso. 

Corren por el cielo quinientas flechas negras, con penachos rojos y puntas de obsidiana. Todas van de ella a mí y viceversa. Cada una es una carta en una botella y una araña de luminoso amancer. Quiero decirle que ya no la quiero, quiero decirle que no juego más a su carrusel de amor de infierno, que no quiero ser el sátiro que se roba sus calenturas más perversas, pero no lo puedo decir, porque no sería cierto, aunque la realidad, que es como un hierro, me  lo susurre al oído. Porque todavía la quiero como el día 0... Aunque ya no la quiera. 

No sé que me pasa. No sé quienes somos esta noche de asado y cielo vandalizado. Me parece que apenas la recuerdo, que la maravilla de su ternura fue solo un relato y que nuestro tiempo perteneció fugazmente a un tiempo novelado, de realismo mágico y romántico dolor de dos sombras solitarias, que una vez se miraron, se abrazaron y se mataron por amor incomprensible, en un mismo abrevadero sin lugar. No recuerdo haberle jurado amor eterno, pero nunca se va, nunca se disuelve mi deseo de acariciar sus manos en la tarde y de sentir su respiración dormirse en la calma inusitada de mi pecho. 

Existirá la forma de salir indemne de ese abrazo de monstruos enamorados? Será de verdad el negro ministerio de la madrugada? Tendrá el clímax el mismo modo para todos los amantes? Sabrá el vino lo que ambos callamos ferozmente, hasta a nosotros mismos?

Nada me ofrece ya ninguna certeza. Solo que en algún momento me llegará otra carta. 

viernes, noviembre 24, 2017

Exposición de la mortalidad

1.30. Necesito escribir. Mis enunciados son cada vez más delgados. La noche dolor es noche púrpura. Los ojos del muerto y la caricia de aquel espejo negro. Llueve en los montes de mi melancolía, siempre. Las nubes de arroz cubren la ciudad con abalorios y los delfines apenas existen. Saltan los fantasmas en su tristeza absoluta, cantan los cuervos mientras los gatos lloran de amor insólito y allá viene otra vez el terremoto. Hay un mosquito en mi cuarto, hace como 200 años... Los ladridos llegan como por un tubo hasta mi cerebro y por más que llore o grite o escriba caravanas de poemas, el gato de Schrödinger, está vivo y muerto a la vez. 

Hoy vi a un empleado municipal, pararse arriba del esqueleto de una mujer, para separar de los huesos, la vieja lonja que fue una vez su piel, vi una cuchilla de mango blanco que se hundía en lo que una vez fue si carne estremecida de amor. Vi los huesos de mi abuelo, como palitos y flecos. Pero mi abuelo usaba shorts a cuadros, cuidaba sus lentes, ponía siempre las cosas en su lugar, hacía pollo a la parrilla y se enojaba seguido. Jamás estaría dentro de un cajón lleno de telarañas y moho. Ahí no había nadie y mucho menos él. Lo supe instantáneamentete. 

Sin embargo mi mamá lloraba tanto... Que yo era un témpano. Un domador de mis horrores que casi no había dormido. Tenía restos de pintura en mi cara y mi cuello. Pero pude dejarla a ella en un banco, lejos de la hilera de féretros, en un banco perdido del cementerio mientras yo me las ingeniaba para no sentir más que un leve olor a humedad y la certeza absoluta que nuestro tiempo es finito.

Entonces... Siempre que me encaro con la mortalidad pienso en ella. En su abrazo, en la ráfaga de vida que nos partió al medio aquella tarde casi tántrica. Me duele nuestro silencio, pienso que ninguno de los dos podrá mirarse a los ojos cuando éstos sean polvo de alas de polilla, echados al viento de la eternidad. Por eso quiero creer que ella me esta leyendo ahora, en este momento y que en algún lugar de su corazón vivo, sabe de lo que hablo y que va a ensanchar sus casillas para darnos otro abrazo. 

miércoles, noviembre 22, 2017

Amantes de miseria

Se detiene el reloj de mi pecho
Cuando a mitad de la tarde
Le doy refresh a mi correo.

Porque a decir verdad
De un modo ya tan distinto
Todavía la quiero...

Tantas veces la última vez
Tantos abrazos los últimos
Que se ve que nunca hubo tiempo
Para los amantes.


lunes, noviembre 20, 2017

Lo que pasa

Hoy imaginé tu piel. Tal vez no debí hacerlo, pero el color de viento de tus piernas acudió a mi mente, como una pequeña tormenta o como una ola demasiado cadualosa. La liquidez de la imagen fue definitiva y volví a suspirar mientras a penas me daba el aire para cantar. Roto, solitario y alérgico, hago lo que puedo para no tomarte en el acto. Pero después en el camino a casa recaigo y tu nombre surca mis labios como un encanto de ciudad. Pasan los edificios desvencijados, pasa una luna nueva, silenciosa e invisible, pasa el lunes también con todas sus muertes, pero en mi cama, con los huesos adoloridos, te vuelvo a pensar y hacia la madrugada marcho como frito, hacia un viejo amanecer de coral. Y no pasa nada.

Esas canciones

Las canciones caminan. Hacen un surco como de disco de vinílo donde se estaciona determinado tipo de polvo, o mejor dicho, cierto tipo de magia que nos arrea por nubes, perfumes, lugares o besos. Las canciones vuelan por adentro de uno y en su vuelo, dibujan ventanas en la sangre por donde se escucha el sol y la lluvia. Yo canto algunas muy seguido. Porque evoco los besos que traen entre sus pliegues, porque guardan todo el verano y todos los inviernos y además porque me gustan mucho. Lo cierto es que las canciones tienen su vida propia, que es a su vez, un entramado entre todas las vidas, migas del universo en una cadena de luz que trasciende los relojes. Por eso las canto, las vuelo y las camino, pero sobre todo las vivo, en plazas, veredas, blacones y escenarios. 

domingo, noviembre 19, 2017

Veinte vuelcos verdes

Noche mimbre
Cielo rapaz
Brisa y marisma
Grito de gaviota
Mascar su nombre
Padecer el agobio
De la certeza de mi sangre

Luna negra
Comunión
Cielo partido
Oigo el trajín portuario
El lamento de la maquinaria
Mientras la abrazo
Imaginariamente

Tiré muchos versos a la basura
En los días pasados
Gasté margaritas
En una estatua de vapor
Que va tras el negro
Redimí mis pasiones
Con palabras amables
Y nada sucedió
Siguió helado el infierno
Y yo en mi torre
Afiebrado y solo
Vi ponerse el sol de sus ojos

Llegó un correo
Que puso de espaldas a mi corazón
Una respuesta de nadie
Que me hizo más humano

Noche humo
Noche almendra
Noche pausa
Ceguera de mil caballos

Allí todo el mar
Acá el sueño
Las aceitunas calladas
Reposan entre penumbras

Quiere volcarse el café
Quiere explotar el deseo
Hacerse flor
Tras nubarrones de adiós
Y noches de borrachos

Solo desearía que me leyera
En la soledad de su vino
Y que juntara el coraje
De abrazarnos...

Breve del sueño

Hay un campo en los sueños, donde se agita un amarillo sin tregua, un lugar de molinos y serpientes, donde el viento es una materia diferente al viento que ahora se agita en mi ventana. Allí la luna no es jamás la luna y el cielo toma infinitas tonalidades según la capacidad del soñador. Yo recorro a veces los senderos, me arropa un gris lavado y hablo con personas que extraño o que veo a diario. Tengo entonces expresiones que habitualmente suprimiría y se velan en mis manos, tiempos paralelos. Hace mucho que no practico el vuelo, siendo que en una época lo había aprendido von detalle. Entonces me recuerdo, planeando o zumbando veredas, me recuerdo en canteras de estudiantes o en la calle Buenos Aires, un lunes al mediodía. Siento nostalgia... O acaso una melancolía que podría desbordarme, si al final de cuentas este cuerpo fuese tan solo un recipiente de esencias fugitivas y esta vida una misión de engorde que tiene como cometido enriquecer la materia oscura, ese vasto mar de conciencia en suspenso. Pero quién sabe...

viernes, noviembre 17, 2017

Escribir otra cosa

Quería escribir "artillería", aunque no tenga muy clara la razón, quería escribir fogata y trueno, almizcle y velocidad, escribir en el rollo de la noche, los esqueletos y su mirada. Me subí en un 148 para ir hacia la aduana y en realidad estoy yendo hacia otro encuentro con el tiempo, voy a favor de la lluvia, tarareando gemidos imposibles, remojando la luna nueva en deseos y arrebatos, voy queriendo escribir epopeya y tigre de Bengala, y en verdad escribo "te extraño" con una languidez de ruina y un ímpetu de manantial que desordena las estructuras con una risa suicida y un clamor de abrazos que, definitivamente, se filtra entre todas las palabras. Una muchacha en la parada se acomoda el pelo y toda la belleza del mundo la orbita como en una penitencia. Juegan los semáforos en la esquina y llevo el boleto en la mano. Por un momento me pareció ser un búho que apostado sobre un balcón centenario, quiere escribir "artillería" y no encuentra un lecho donde su vuelo halle serenidad. Entonces paro. Me paso una mano por la cara mal afeitada y reparo en la humedad de mis pantalones, entonces me recuerdo aquella noche de whisky interminable, también de lluvia, donde corrí a su abrazo mientras reía. Será que estoy buscando el estallido de mia pasiones, será que anhelo la batalla de su sexo sin cuartel, o será que mi sangre no se cura y busca el veneno delicioso de su mano con la mía. Entonces se me da por escribir alumbramiento, me sale caverna y promontorio, pero en realidad estoy hablando del perfume de su cuello. Capitula la noche ante el séquito de gotas transversales, se firman tratados a espaldas del reloj, se desabrochan incendios de corazones de fuga y yo voy a escribir alondra y milagro, para soñar acariciarte durante el último suspiro del tiempo. Ahora me doy cuenta que te hablo a vos, que le hablo a ella, a la del pelo como cascadas de azabache suspendias en mis recuerdos más ardientes. Entonces cambió las personas y ella es la que fue siempre, tan lejos de mis orillas, y yo seré otra vez artillería mientras le tiro otra bici a esta ausencia. 

miércoles, noviembre 15, 2017

El viento del Solis

Un vendedor de la noche pasa y grita: flotar!! Y yo en la cama, lo escucho mientras trueno mis miedos y me río. Porque apareciste en la mitad de la noche, saltando charcos, cuando yo me iba a mi casa convencido que es mejor no abrazar. Entonces Asunción. Entonces instancia y lugar, mirarnos los ojos y saber dónde estamos. Contarte que murió una bandada de petirrojos, después del último ocaso de mi corazón, que ya hace mucho que no busco regalar mi cuerpo a una sombra que eventualmente derrapó cerca, que si quiero algo, cuando lo tengo lo quiero más y no cómo se usa tanto, que cuando uno encuentra desecha y desprecia. La simplicidad... Abrir las ventanas, llorar delante de alguien, abrazar con la nariz pegada a la piel del otro y suspirar porque la vida es demasiado corta. Tenía que decirte que me gustas tanto, que te pienso tanto y que no voy a trabajar un recio infinito de nuevo porque aunque las panteras y las sierpes de otros albedríos me hallan dejado la piel llena de muertes, yo voy a querer vivir, siempre. Necesitaba esa afirmación con alas que es tu sonrisa. Teníamos que abrazarnos en el viento del Solis...

martes, noviembre 14, 2017

Partir de la noche

Fa! No. 

No quiero creer que solo una letra
Posada en una pantalla
Logre hacerme humo y deseo
Dejarme en brasa 
Resucitar mi poesía

Temor elevado a la máxima potencia
Veo sus ojos en mi insomnio
Siento sus besos en mi pecho
Y mi corazón tiembla con desespero

Fa! No. 

No estoy pudiendo dormir
Porque me fuí
Atrás de la primer madreselva
De su respuesta mesurada 
Me fuí Atrás del tiempo
Debajo de la razón
Donde una sonrisa hermosa
Hace castillos de fantasía
En mi dolor descubierto

Fa! Porfavor, dios.

Todas mis pirámides cedieron
El pecho se me oprimió
Y fueron solo 6 palabras.
Qué sería de mí, entonces
Si a mitad de primavera
Pudiera volver a abrazarla
Y andar la noche de su risa
Con las cometas de mis versos
Orbitando su cintura.

Porfavor!!!

Claramente sigue siendo
 reina de mis suspiros
Ahora ya ni puedo dormir
Solo desearla
Muero ininterrumpidamente
Por la recreación de su orgasmo 
Y sin querer
Me vuelve a estallar la piel.

Oh... No.

Descorrer

Es menester. Anoche cuando volvía, en medio de revelaciones, vi la luna amarilla acariciar los edificios de la avenida. Estábamos cerca del amanecer y el mundo me pareció una madre con alas, regalando tanto y reclamando tan poco. Me pareció necesario estremecerme hasta las lágrimas, y lo hice, porque la perfeccion reside en la impoluta sucesión de imperfecciones, ruta de ancestrales señales que con fidelidad nos ha traído hasta este presente. Hablar con un amigo. Vivir. Resbalar en la inmesidad dejando huellas por el fuego y por el hielo. Cantar por cantar y cantar hasta morir en todas las esquinas de Montevideo, donde un sueño de moho y serrín, se esboza por las sombras y las iglesias, en los sotanos y a mitad de cuadra. No se pudo encontrar la manera de no llegar siempre hasta acá, hasta esta noche donde la primer madreselva fue pavor de soledades y donde el cielo, abrasador, se convirtió en abrigo y refresco para las almas que combaten. Nadie hablará de ruinas, donde el árbol inmenso se vuelve Amnistía y Abrazo. Gritan los pájaros nocturnos, porque una murga vive, sus decenas de manos toman tijeras y flores y aerosoles que son idénticos a la vida misma, esa que entumece, cuece y descose, donde las risas son más que cualquier plástico y donde las miradas de diamantes clavan al reloj, el vuelo de las almas. Voy a seguir abrazando, con las manos pintadas y los dientes apretados, voy porque vamos. Vamos porque allá también estamos, donde la vida y la sangre nos pondrá a última hora.

lunes, noviembre 13, 2017

Dudas

Estoy como perdiéndome en el laberinto de sus ojos. Creo reconocer en el color del amanecer, sus manos, el suspiro angustioso de su borrachera. Tengo miedo, pánico a que me encegezca, a extrañarla, terror de necesitarla. Me despierto a las 6 de la mañana a escribirle esta melada deconstrucción de mis sentimientos en forma de carta. Sé que no voy a tenerla solo para mí, pero a su vez, el deseo de volver a surcar su cuerpo se hace cada vez más invasivo y me duelen las manos, me arde la boca, febril y opresivo en mi cama, le escribo como si fuese una playa que en vísperas de un verano tardío, le pide al mar el más elemental de los abrazos. De momentos también me afilio a la sinrazón de creer que no fue lo correcto, pero mis huesos descartan al final, cualquier arrepentimiento, porque después de casi un año de engordar mi soledad en noches de nadie, pude abrir la tranquera y dejar que un rayo de luz, acaricie la sequedad de mis claveles. Y así ando ahora, en este domingo amarillo con viento, calado por una impresión, ansioso en mi pantano de silencios, con mis ojos acrílicos y mis manos ausentes, escribiendole...

domingo, noviembre 12, 2017

Vivir estos días

Encontré una sonrisa, no hace mucho. Los increíbles dibujos de mi hijo. La ráfaga, la azotea, el lugar diminuto donde la luna vuela y enfrente, una pantalla parpadeante en la que el sol rebota para todos lados, demasiado despacio o demasiado lejos. La brisa verde de la primavera que me da en la cara. Mis ojos derramados. Una serie de adolescentes. Dos rastrillos desafiando a mi hermana y a la casa del frío. Hablar con papá y por el teléfono, en su insistencia de hombre que pisa los primeros paños de su ancianidad, escucho un miedo que parece incertidumbre. Veo sus años de rifle y cortadora de pasto, junto con mis años de pelota, nogales y veranos de Peñarol.  Llego al edificio de mi madre y la vida tiene cara mujer de claustro, que a veces sonríe. Nos encontramos bajo el sol. Siento su hombro al darle un beso y la misma puerta de toda mi vida se abre para que entremos. En el espejo, un cartel  avisa que alguien murió. Entre bucles de anécdotas sombrías, estamos tan vivos, acá su café, acá el sillón de siempre, la ventana al mar, un gato blanco tirado en medio de su meditación vespertina. Morir para nacer. Arbusto en llamas que se niega a resisitir la explicación más sencilla. Ni el dolor me duele, solo me duele lo que nunca será, esta tarde ni el abrazo logra despertar el anhelo de abrazar. Ya ni sé, no me interesa. Se enciende el circo mientras la noche desata sus brazos de cartulina y jazmín. Sangre en los cristales. Voz violeta y añil de todos los arrabales. Canción sin tregua, una feria vacía, una guitarra, sol para todas las eras con todos sus muertos y me vuelvo a hacer las cruces, ante el horror de saber que nada es lo que parece, que siempre hay una jugada subyacente, un plan para devolvernos al río revuelto, a la grave necedad que ahueca el brillo de todos los caprichos. Hoy lloré por mi abuela, por el temblor de su labio y la palidez de su piel sudorosa, aquella vez, antes de perderla, que casi la perdí en mis brazos, una noche de carnaval en la que amaba tanto a Victoria. Entonces la tarde fue apenas un sepulcro para tan bienintencionados suspiros, la luna sobre tres cruces fue un faro burlón y el viento, nuevamente ahora, ladra en gargajos de tifus, canciones en las que yo debería reír y en las que en verdad muero, aterrorizado por saber que no eras para mí y que además, y para peor, no eras para nadie, o más aún, eras finalmente para todos de igual e inmadura manera, pero no para mí, al final de cuentas.

jueves, noviembre 09, 2017

Mediodía trasnochado de amor y llantos

Casi las 3. Después de meses de un deseo dulce y doloroso llegué a descubrir el color de sus piernas. Tal como lo imaginaba, palidez y desdén, risa baraja y y un planeado clavado que no tenía misterio. Me dolió tanto verte llorar así, bebé, quebrarte de lágrimas en gemidos inagotables, eran las 10, el mundo afuera cantaba con voz de pájaro y toda tu cara, entreverada por mis dedos, era fuego y pasión, confusión. Abordarte en un arrancar de pantalón, "volcán", de eso me acuerdo. Todos tus ojos de llorar por otro se abrían chiquitos para dejarse cebar por mi ansiedad de lobo herido por la noche, te reías como la crema, llena de alcohol, que no pasa nunca, me arrastrabas hasta el último abismo, mientras que en mi maravillarme me dispuse a aguantar el cielo doloroso que estaba por llegar. Y sí, ahora lo digo. Fui tu indesición, tu infracción de mediodía trasnochado, fui el atracadero secreto de tu despecho, pero vos fuiste para mí la verdad de la vida, el arroz de esta primavera que me sueña mientras la sueño, el dolor desparramado de mis tripas vampiras, fuiste el regalo cariñoso de mi lucha desgarrada, y yo te tomé, ineficiente pero feliz, te toqué altivo entre la melaza de saberte más lejana que nunca, pronta en esa conjunción de humo y marfil, de mármol y café, turquesas aturdidas en colchones viejos, cajas de vino, ruinas de tormenta en arenas sin fondo. Ya está. Ya fue. Ya era. Ya. Pero... Pero.... Pero. 

lunes, noviembre 06, 2017

Espejismos y canciones

Tarde de escollos. La Ternera reunida en la puerta del Jacinto Vera. Sonrisas nerviosas entre resaca reinante.  Demoras eternas, faltas de comunicación y torta de fiambre bajo trajes de murgas de otros años colgados en las paredes. Yo estoy. Yo soy. Yo en medio de la vereda del sol, los micrófonos, los retornos, la tensión, pero ella está ahí, sin estar, por supuesto. Ahí, allá, demasiado lejos cuando bailamos en un mismo son de retirada. Ella. También nadie, igual que yo, tampoco nadie, cantamos. Chorro de dorado reflejo, su pelo, catarata alucinada por donde mi piel se eriza en vaciamiento desinteresado. Cada día pienso más en ella, a deshora, puntualmente, mientras por la calle vacía me siento un pájaro púrpura con soledad de escándalo. Creo que es como un jazmín y pareciera que solo en su cuello podría hallar yo reparo para mi piel electrocutada. Ahora se acaba de ir. Yo estoy aprendiendo de nuevo a rezar. Quisiera ser su infracción, su indesición, su fuga de vida hacia besos secretos. Sigo un poquito atado a la mañana donde dormimos y leímos, sigo un poquito enamorado y maniatado mientras el cielo se nubla indisciplinado. La sueño. Busco alejarme cuando más la deseo y al rato todo me parece ilógico e imposible. Quiero besarla. Busco la posibilidad de su abrazo como una fuente de agua de rosas y vuelvo a encontrar mi soledad, ardiente y velada, haciendo aros de humo entre mis dedos vacíos.


domingo, noviembre 05, 2017

Esquirla

Encontrar entre las toneladas de polvo que aquietan las repisas, una pregunta del pasado que ahora ya no busca  respuesta. La luz amarillenta de Soriano;  el permanente recuerdo de un despertar y ver sus ojos; la copa de vino previa al amanecer; creer saber que su estela sigue engalanando las sonrisas de todos los incautos; dejar de desear, desertar.

Chilló la puerta, al entrar un perfume invadía las escaleras como un temblor acuoso. Llegué a abrir la ventana solo para ver el despliegue púrpura del amanecer entre nubes. Prendí un cigarro y lo termino de fumar en este mismo colchón donde no mentí cuando, después del opresivo amor del carnaval, dije te amo por última vez. Entonces palo santo, que no llego a prender por éste frenesí de caracol galáctico que me arranca las palabras para revolcarlas en el barro de "ya no te quiero", de verdades de grasa, este barro insomne donde se termina de forjar la palidez y la humanidad. Se van cayendo entonces, navegando la aurora, mis imágenes desvencijadas. Me comprimo a la vez que me explayo, me desdigo infinitamente cuando me doy cuenta que mi piel todavía te reclama. No soy yo. No es nadie. Nada lava el hollín que tantos adioses me han dejado pegado en las pestañas, nada acusa más mi hermosa soledad que la perpetua dicotomía de ya no hablarnos nunca más. Eso que el ácido.. Pero no. Ni siquiera cantarle a la luna esa canción que nos define, ni amar más el desamor, ni adorar más la descreencia de saber que vas a volver, nada cristaliza más que la revelación ultima y definitiva de saber que no existe más revelación última y definitiva que la muerte. Por eso me doy el lujo y la libertad de escribirte y de romper la promesa de erradicarte se mis versos para siempre, porque soy mientras no soy. Ahora sí que se viene el día, todavía está la luna, hecha de cristales y rocas de otra vida, agonizando de realidad hacia el poniente.

sábado, noviembre 04, 2017

Quién fue ella?

El ojo sin pupila
En su lecho de sombra
Brilla tan helado
Como el latido de mi sangre
No hay primavera
No hay más tiempo
Que esta noche 
Llena de viejos mareos
Y cantares abandonados
Pero el pierrot
En la delicia de su maquillaje
Ata la risa y el dolor
En los destellos de sus lágrimas
Y la vanidad de su sonrisa
A los balcones plateados

Quedará otra vez la misma pregunta
Quién era ella?
La de mis horas más intensas
La del cabello más lindo
Y el corazón más despiadado

lunes, octubre 30, 2017

De La Casa (1)

Mi hermano se llama Octavio y aquel domingo, al despertarme de la siesta, salí apresurado al comedor para contarle que otra vez había soñado con La Casa. Lo encontré, como esperaba hacerlo, viendo por VTV, nacional contra cerro en el parque. Era un empate aburrido y Octavio refunfuñaba y se pasaba la mano por la cara. Creo que me sintió, porque me miró por encima del hombro con un gesto inexpresivo. Nos miramos. Él se devolvió al partido. Yo me hallaba todavía algo exaltado por la claridad de lo que terminaba de soñar. Abrí la heladera y desayuné un trago de coca fria y con poca efervescencia. El mundo volvió a sus cabales y me relajé, alfojando la mente y cediendo mi cuerpo al entumecimiento propio de quien pasa varias horas acostado. Fui al sillón y me senté junto a Octavio. Nos unimos en la muda contemplación del partido. Un nueve de tez oscura y cabeza afeitada de Cerro eludió a Polenta y con gran habilidad logró un remate a distancia que se estrelló contra el segundo palo y terminó por perderse tras la última línea. Octavio apagó la tele y casi mágicamente, se deshizo del estrés del juego y de la nada conveniente posición de su cuadro en la tabla del clausura. Lo hizo a un lado, como con una descarga casi felina y me miró a los ojos.
- Qué soñaste?
- una fiesta nocturna en La Casa.
- Qué tipo de fiesta, Servio? De casamiento? De 15? Una orgía bacanal?
- si me dejaras terminar...

Pude controlar mi ansiedad y me ganó el interes por saber más acerca de la fiesta en La Casa. Servio solía tener una inagotable capacidad de recreación en sus sueños y este asunto de La Casa se había tornado algo grande. Hacía varios meses que cada tantos días uno de los dos soñaba con La Casa. Ni el ni yo estamos seguros que represente una casa real que hayamos conocido, pero es un sitio donde transcurren varios de nuestros sueños e incluso algunos que hemos compartido, por lo cual el recuerdo visual que ambos tenemos de ella, es bastante minucioso. La Casa fue escenario de sueños muy diversos, sin embargo hasta ahora nunca una fiesta. Por eso me ganó la curiosidad y apagué el partido de mierda para preguntarle por su sueño. Después que logró apaciguar mi primer impulso de saber, Servio me contó acerca de su sueño.
- Había guirnaldas con luces leds. Amarillas, azules, verdes y rojas. Se veían recortadas contra un cielo de tormenta con gordos bordes rojizos. Había una luna desproporcionada, exactamente media. Estaba vestido de fiesta, veía con la periférica, un suave brillo en la solapa y un nudo de corbata contra un primer botón suelto de la camisa. La gente de todas las habitaciones estaba ahí, incluso un montón de personas que eran conocidos lejanos pero de esa realidad. Sentía la fuerte presencia de botellas de alcohol y me divertía viendo a todas las compañeras con sus vestidos, sonrientes y con aires exagerados de elegancia. El único cambio fuerte con respecto a los otros sueños es que dónde estaba la pérgola gigante, como en ese patio interior, te acordas?
- claro, donde nos dimos cuenta que siempre estaba estacionada la moto del Edi?
- ahí mismo, en lugar de la fuente y los tres banquitos, había una piscina muy bien iluminada, con juegos de luces y todo. Me acuerdo del particular diseño de la piedra que bordeaba toda la piscina, de una piedra negra con vetas como doradas, algo tremendo.

miércoles, octubre 25, 2017

Otra vez a la muñeca

Volver, después de un año de mate lavado y 51, después de la rabia y de la amnesia, de 300 lunas vacías y 5 o 6 botellas, volver entre los brotes de las veredas, al barrio de mi murga, donde canta hasta la medianoche la gran muñeca de mis amores profiados. Vuelvo enamorado del desamor, como siempre, cantando un cuplé de viejos carnavales y mascando el chicle junto con las ganas de abrazar este presente lleno de calles y de barriles. Por avendia Italia, con la inyección de olvido que es menester en estos casos, vuelvo a la isla, a dormir la grapa aguada, a fumar en mi silencio, que es otra vez, el cantar de la murga.
Entre las sábanas viejas de una canción nacen los pétalos nuevos, reverdece la esencia y vuelve a sonreír, distinta, parecida a siempre pero hecha completamente por células nuevas, cavidades donde la vida revoluciona y se arman los acordes, los solistas despliegan sus colores y yo brindo y aplaudo con el corazón para mis adentros, mientras sonrío como si fuese un niño de humo.

Ahora ya espero el bondi, los grillos acallan al último susurro de una moto que se pierde en la distancia y dobla un chevrolet gris y la vida sigue y acaso su recuerdo pulsa un sol menor en mi viejo corazón de caballo. Existe una constelación donde todos los miedos son trompetas y donde un abrazo equivale a un costal de trigo. Ahí la recompensa es solo un recuerdo tras el cual vamos a tientas, tristemente esperanzados.
Llega al fin la medianoche, demorada entre dobleces, pero inflamada de una paz movilizadora, se trata de cazar el poder, recuperarlo entre latigazos y fuegos de metralla. Se trata de visualizar la luz que se resblandece bajo el agua y encausar el nado, deseando que algo valga la pena, que tenga un significado y cristalice antes del último desenlace. Los murguistas se tomaron ya su ómnibus, Nico Grandal se fue en Uber, yo me hago eterno en la parada mientras dobla otro chevrolet y pienso en gasalla. Pienso en el señor N y en la vasta madrugada de su cyber, donde el fanjo adornaba en girnaldas y donde la mañana llegaba siempre con total puntualidad.


60 ciudad vieja. La ciudad cambia sus ojos para los que, al fin, vamos camino a casa. Resuena otra despedida, por los viejos pasillos donde la perdí y en los que grité por ella. Ahora el omnibus es como una pecera, rabiosa, llena de nada, en la que suena Serrat y se escucha el silencio, hacerse fuerte entre el motor y los pozos, entre una tos y un olor acre, entre Santiago de Anca y Colombes. Siempre en el 60. La noche se mueve de a poco, definitivamente no estoy levitando. Pienso en lo comida que es la Diva, en lo comida que fue esa morocha de mi muerte, en lo comida que soy yo, pataleando por el mundo, lastimando a la gente por el placer de no sabernos letales, por la angustia de querer ser aquello que nunca será. Qué comidas! Suben las veinteañeras al 60 y pienso en lo comida que ha de ser también la rusita de mi volver a padecer el deseo, la gema de adrenalina que se confunde en los bailes de moda, donde es la nieta del fletero y es, definitivamente, el golpe del bajo y la batería sobre el caballete de la noche... Siempre enel 60, Ciudad Vieja.

domingo, octubre 22, 2017

Otra calle Guayabos

Me parece que estoy imaginando cosas, porque el sol dio ya su vuelta y vos estás acá. Me parece que veo en mi propio living, la sonrisa que a la madrugada me roba suspiros y puteadas. Será el corazón lo que siento latiendo en mi sien? Me parece que soy como un calamar que se atora con sus palabras de tinta y de mar. Puede ser el viento de mi propia fantasía el que barre las estrellas que se me caen, o la noche, donde entre escupidas y barajas, quiero decirte que pienso tanto en vos... pero finalmente me voy por la calle guayabos, sólo, aturdido por la tosca gravedad de mis silencios y cantando siempre la misma canción final. Claro que el haberte acompañando hasta las 3 de la mañana, no tiene nada que ver con lo buena o mala persona que sea, sino con esta esencial cuestión: no podía apartarme de los misteriosos diamantes que me miraban desde tu cara, ese caribe, ese mediodía que me desvela en la permanente noche de mis versos. Sé que estamos lejos, separados por tanto más que los 20 centímetros que hay entre tus manos y las mías, lo sé, pero no podía irme, dejándolos flotar en la noche del estúpido jackson bar, donde gracias a la verdad de tus colores, y un poco (no tanto) a mi súplica silenciosa, no entraste. Tanto es así que hoy me da un poco menos de terror pasar por la Facultad de sociales o ver la antena del canal 10. Tanto es así que mis sueños se abren para que tu imagen se cuele y mis poemas desdibujan su atronadora oscuridad y me encuentro escribiendo flores o aves o árboles y no ya sórdidos palacios, ni escaleras podridas, ni gatos con rabia de adiós. Voy a tener que controlarme, por mi bien, dejar de vagar en esa realidad alucinada que me duró hasta que te tomaste el ómnibus y que ahora, con dolor en las piernas, me suena tan improbable. 

miércoles, octubre 18, 2017

Banco de la Matríz

Me rodea un círculo de cantos de gorrión, me arde el pecho y acaso tiemblan mis manos al darme cuenta cabal del lugar donde los pies me patinan. Todo ese encanto, toda esa risa, ennegrece de pronto ante una llovizna o un recuerdo. Los psiquiátricos y los muertos, los temporales y las alas abatidas del campanario. Todo da las dos de la tarde, mi reloj de pulsera se derrite, soy un sacerdote del sacrilegio, un hereje de la verdad de mi propio corazón, y eso está bien, para haber amanecido con vida.

Resta ahora el tiempo salvaje de la reconstrucción, cuando del poniente vengan y atraquen barcos cargados de luz, para que entre los bancos de niebla infinitos, adoloridos peones del fuego, vuelvan a instaurar una sonrisa, en mis labios de mueca combada. La ciudad es ansiedad, es un dolor vivo donde aquello que esta al venir, se insinúa apareciendo inasible e inaccesible debajo de un grupo de mujeres, que en su media hora de deacanso, celebran con gritos, algo que no alcanzo a distinguir. Envolvente, cansino, distraído, retrasado, solitario y con zapatos que lastiman, pasa Montevideo para que yo lo escriba, como un bichito de primavera, que huye a cobijarse en los brazos de un desconocido. 

lunes, octubre 16, 2017

Casi ganar

Desenlutar. Conjurar esa sombra y esa lápida, abrir para la inmensidad del cielo, las derribadas puertas del alma. Dejarse curar aquella llovizna y aquel camino con árboles y luz naranja. Vivir, parece tratarse, sin remedio, de ir adelantando obstáculos o zafando panteras o acomodando rulemanes rotos, siempre viene alguna jugada insólita que logrará poner a prueba nuestro temple, una y otra vez hasta que el sol se apague.
Una oruga recorre la madrugada, tarareando recuerdos táctiles, saboreando memorias de aceites de la más deliciosa pasión, entre estrellas perdidas y nubes de tormenta. Se traza una línea, que a nadie importa, donde de un lado unos y del otro lado nadie sabe, dicen que es la muerte o algo parecido, yo ya me refugio en mis miedos para poder soportar la tempestad y el olvido.

Después sale el sol, al distraerse juega un rato entre los pastos, ahí pasará un hornero y más tarde otra vez la noche. Entonces tornar y sonreir despacio, hasta que cante otro pájaro ansioso, cuando ya parece que definitivamente nunca volveremos a abrazarnos, porque amenaza el sol desde algún rincón para siempre y la noche sigue hasta desembocar en esta otra aurora, que no es más que un larguísimo reguero de ausencias, mientras entono, con resignación, los versos finales de este tango para orquesta de golondrinas y sábanas vacías, lo voy desenvolviendo, último y susurrado por el bulevar... Suena el bandoneón del amanecer. Mis amigos ya se han ido a sus casas.


jueves, octubre 12, 2017

Una flor... Del cielo

Esta noche es delicia de mi curiosidad, porque el viento trae un perfume demorado entre las flores, a jugar a medio camino de tus ojos y los míos. Me pareció ser un reloj de arena, cuando casi se cae de tus labios un beso inmaduro, bajo el cielo recien barrido y la luna que adelgaza de paciencia y fascinación. Al momento de cantar, no me hace falta ver tu perfil de marfiles y turquesas, porque me recorre el fluido natural de tu pasión como un rocío o una fina niebla de nuez y de alegría. Entonces sé lo que te pasa, entiendo porque a veces te retiras apenas del friso para ser cariatide de ausencias en la frágil longitud de la clarinada. Pero cuando tu voz alcanza a la mía y ambas se funden en un conjuro sin trancaderas,  el infinito de tu pelo se vuelve canela y vapor, irracional amuleto de mis ojos, caricia al vacío en el aire sonriente del chulo.

Toda mi agonía es un volver a florecer alguna vez para tus piernas de arquitectura helénica. Nos darán las 3 en una plaza, acaso mañana o tal vez nunca,  mientras te busco en las penumbras.  

miércoles, octubre 11, 2017

Historia de Valentín Fonseca (final)

 Algo dentro mío cedió, como una cuerda vieja y florecida ante lo inevitable del tiempo. Pasé instantáneamente de una posición pasiva hacia la terrorífica magia del sueño, a una agresiva, dominante, consciente a un nivel de profundidad que me sorprendió por lo familiar que se me hizo, era como si toda la vida hubiese habitado en mi interior aquel ser de posibilidades infinitas y que recién en el momento en que los vi parados en medio del living, vino a despertarse, cargado de una confianza apenas tan grande como su curiosidad ante un mundo que, era en verdad infinitamente más complejo que este y donde las reglas establecidas en nuestra "civilización" ordinaria, se desdibujaban ante el peso definitivo de los hechos.
   El doctor Fonseca clavó sus ojos en los míos, adivinando el sismo que acababa de sacudirme. Devolví su mirada con un mensaje telepático que el respondió del mismo modo.
  - Veo que va empezando a agarrar antena, doctor. Claro que está despierto y que estamos en la más pura realidad... aunque adivino que ya no le esta costando tanto admitir que el mundo es mucho más grande de lo que nos contaron.
  Su mirada era su voz y yo la escuchaba con toda claridad dentro de mi cuerpo. Mientras tanto el ser acuoso se aproximaba muy despacio hacia donde estaba yo, levitando a 20 milimetros del suelo. Me llené de inmediato de una sensación de fascinación y admiración ante la insólita longevidad de su consciencia, sentí ganas de abrazarlo, como si se tratase de una especie de árbol anterior a la creación del mundo. El ser pareció sentir mi emoción y respondió dando un saltito hacia atrás para volverse a guarecer detrás del doctor Fonseca.
  Pude darme cuenta que la intensidad de mi estallido lo había sobresaltado y creí entonces conocer mucho más de su naturaleza inorgánica de lo que jamás hubiese podido predecir, amén que dos semanas antes, me negaba rotundamente a admitir que tal forma de vida era si quiera posible.
  - Administre su intensidad, doctor - dijo Fonseca. - Recuerde como reaccionó nuestro amigo cuando usted le entregó un pánico desmedido. Se le apareció como una figura aterradora, verdad, bien, esa es su forma de responder ante las emociones peligrosas, como el miedo. La admiración que sintió recién lo hizo retroceder ya que es un poco más compleja de lo que ellos están acostumbrados a sentir.
  - Pero el miedo que sentí cuando salió del agua tambien fue intenso, propio de un ser orgánico, cómo fue que pudo distinguirlo y reaccionar de tal manera.
  - Se equivoca, el miedo es universal, doctor, la admiración y el afecto no. Le puedo asegurar que el miedo trasciende todos los niveles de la vida consciente, que son mayormente inorgánicos. De hecho este es el único nivel de vida consciente orgánico. Nosotros somos los raros, aunque todos son capaces a su modo, de sentir miedo. Nuestro funcionamiento es más breve, nuestra forma de vida está llena de luz dado la alta fricción de nuestros organismos, nuestra consciencia es cálida, como una pequeña hoguera. No resulta descabellado entonces que se sientan naturalmente atraídos al resplandor lumínico y el calor de nuestra corta vida de huesos y sangre. Eso me recuerda al asunto medular de nuestro encuentro, quería proponerle formalmente una oferta única: Venga con nosotros. Dígalo y vayamos en un viaje de eternidad y conocimiento.

  En ese momento crucial, en el que debía decidir sobre el destino de mi cuerpo y mi  futuro, tuve la inquietud de girar sobre mí y volver a empujar la puerta de mi cuarto. En efecto, mi cuerpo dormía semi envuelto en las  sábanas beige y el acolchado blanco. Sentí que perdía pié, que comenzaba a caer, el peso de mi cuerpo, desparramado en la cama comenzó a transferirse al mío que estaba parado, hablando con Valentín. Me mareé y sentí náusea, todo el ámbito de mi apartamento cedió ante un giro de vértigo y volví a despertar, esta vez envuelto en las sábanas beige y el acolchado blanco. Un calambre en el posterior derecho me hacía retorcer de dolor, intentaba estirarlo, pero no podía. Así y todo me volví a tirar de la cama, desesperado por ver si el doctor y el ser acuoso continuaban ahí, no estaban. Me derrumbé en el sofá de dos cuerpos y no terminaba de disociar ambas realidades.  Sentía mucho sueño y el dolor de mi pierna era todavía grande, pero yo había quedado fragmentado, partido por todo lo que acababa de ocurrir. Pensé en volver al apartamento de mi colega, arrastrando la racional esperanza de encotrarlo ahí y que al contarle lo ocurrido el se hubiese reído y descartado todo, diciendo que todo era culpa del estrés a causa del trato con la gente del laboratorio, pero me pareció inútil, pues ya estaba convencido que mi amigo ya no pertenecía a este mundo. También en ese momento recordé la reunión con la gente del laboratorio y me pareció todo tan intrascendente, tan vacío y falto de sustancia que tomé una decisión que ahora me doy cuenta, es la única que podría haber tomado: tomé mi agenda, apagué mi telefono celular y me puse a escribir sobre los días del calendario, toda la historia, lo más ajustada a la "realidad" que me fue posible. Han sido ya casi 5 horas de continua escritura. Aún tengo sentido el posterior y me duele mucho la espalda debido a la exigente postura. Luego iré a orinar y después a dormir.

domingo, octubre 08, 2017

Oktöberfesti

Fernet en vaso de utilería
Delicia celeste que no alcanzo
Porque vestidito hasta el tobillo
Porque redoblante y micrófono
Sedas de la pasión en silencio

Chela brasilera y frutillón negro
En los dientes color del amor
La de momolandia
Y la de total fruición
Que padece la desidia del amor
Son hoy la misma persona.

La ventana con silencios
El viento en la universidad
Y tuvimos una conexión
Espectral, de tensión
Casi ausente...

El domingo avanza
Con su cochero gris
Y un viento suave
Que estira la mano

Yo voy a escribir
Hasta que fugue la luna
Hasta que vuelva a morir
En manos de mi destino.


jueves, octubre 05, 2017

Historia de Valentín Fonseca (penúltimo)


  Obedecí a su propuesta y me dejé llevar por una oscura y mórbida curiosidad. Aquella ensoñación, lejos de perder fuerza, iba adquiriendo ribetes cada vez más viscerales y toda la capacidad de mi atención se hallaba concentrada en la inusual claridad cognitiva de la descabellada experiencia.
Una parte de mí, dura, recia e inflexible, se hallaba plenamente al tanto de que todo era un sueño, una construcción de los sentidos oníricos y nada más, y se dejaba fluir sin temores ni trancas de ningún tipo; otra parte, menor aunque en extremo tenaz y cauta, padecía un pánico primitvo y se negaba a dar todo aquello por una simple proyección mental inofensiva, alertando, a su vez, a todo mi ser físico con un mensaje de absoluta necedidad de sobriedad y de cautela, en la que la laxitud que la otra parte experimentaba y me transmitía, era en verdad, un verdadero peligro para mi vida.
  Mi colega pareció percatarse de inmediato de mis tribulaciones y con un susurro contenedor me instó, desde algún punto indefinido, a que me permitiese maravillarme, sin preguntas, con la incomprensible magia que estaba protagonizando.
  Me tumbé de lado en el piso de madera de la propia cúpula del Salvo e intenté volver a quedarme dormido, cosa que para mi sopresa ocurrió en el mismo instante.
  La infinita negritud me abrazó como una fuerza etérea, sus alas, como las de un cuervo infinito, me cubrieron de silencio por un lapso que me pareció muy breve, pero que, dada la pasmosa gomosidad en la que discurrió, lo supe finalmente larguísimo, y me di cabal cuenta que al menos transcurrieron tres cuartos de hora mientras las sensaciones incorpóreas más indescriptibles me iban desarmando y volviendo a armar. Tuvieron lugar en mí una serie de sensaciones nunca antes experimentadas por mi cuerpo. Hablar de una dualidad de escencias propias, girando y acercándose en un juego magnético de conciencias insospechadas, sería exagerado y para nada explicativo. Más acertado sería decir (aunque tampoco alcanzaría a describirlo con efectividad) que cada punto de mi ser, fue consciente de todo lo que estaba sucediendo y que pude al fin dejarme llevar hacia una unión natural, aunque algo incómoda, entre las dos partes de mi consciencia que mencioné más arriba, esa difusa fusión de dos elementos no del todo conocidos pero singularmente familiares, acabó en una actitud o sensación de protección, de seguridad y abandono, de cauta valentía y serenidad que finalmente me tomó por completo.
Intenté despertar.
Entonces vi que un resolandor se colaba por detrás de mis párpados y escuché con toda claridad un sonido similar a un murmullo eléctrico lejano.
- Ahora abra los ojos, vamos - la voz de mi amigo sonó asombrosamente cristalina, tan cerca de mí, que me pareció escucharla dentro de mi cabeza.
  Abrí los ojos. Estaba despierto y en mi cama de todas las noches. Había amanecido y la palidez de la luz celeste del alba, flotaba lánguida entre los rincones de mi cuarto. Tuve la instintiva reacción de incorporarme y lo hice, motivado además por una profunda sed de agua que me llevó a bajar las piernas de la cama y obligar al torso a ir tras ellas para girar el picaporte de la puerta, tirar de ella y salir al pasillo, tambaleante y algo mareado, con rumbo a la heladera.
  Casi ni me costó creer ni digerir la presencia del Doctor Valentín Fonseca parado en medio de mi sala de estar, acompañado por dos anchos seres acuosos que brillaban y ondulaban en curiosa e inquieta actitud.

  Sonrió. Nada volvió a ser lo mismo dentro de mí luego de ese momento.