Ayer… ayer fueron años y años de tormentas y de soles que brillaban a todas luces sobre el poniente. Ayer fue la luna, el retoño el amanecer, la inocencia, la débil y delirante estupidez de los ciegos, que apuntan sus armas de palabras sobre la cien moribunda de un amante herido por miles de cuchillos sin punta. Ayer fue el afán y la gloria de tus brazos de terciopelo. Pero también ayer fueron las disputas, los arranques emocionales que nos dejaban lamiendo el polvo del basural de la conciencia humana llorando o peor aun queriendo llorar sin encontrar lagrimas que describieran la sensación de embargo que nos ayer nos amarraba y hoy nos destruyo. Hoy la cicatriz, hoy el vomito de palabras iracundas y sin sentido, hoy las marionetas decapitadas, hoy la sensación de perdida. Hoy.
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