La delicada figura, que se desvanece con el devenir ácido del tiempo, y yo desde este lado frágil, como una tenue luz al borde de una carretera. Huyo del estallido de mi corazón en un negro caballo, bajo una luna delgada que se relame lentamente. El fuerte olor penetrare del futuro este, tan acabado, tan predecible y melancólico que derrite el hielo. Dulce gaviota, que nos paso con este tiempo? Que iba a ser de los dos y solo nuestro. Y yo acá estoy… casi desaparecido de tu mente y de tu cuerpo, como un olvidado fantasma de un tiempo mejor, de una vieja luz que iluminaba el universo, cuando cerrábamos los ojos juntos… y todo, todo todo todo desaparecía a cada minuto del día, como si fuera nada. Hoy estoy detrás, pero no como antes, sino como ahora.
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