Una mera intención

En el rincón de sombras de mi mente, me quedo en silencio cuando las velas de la noche queman sus pábilos en la primer linea del amanecer. Los labios lejanos, tambien en silencio, se consumen en una espera sin sentido. Afuera sin embargo la luna llena parece decir que todo esta bien, que todo es absolutamente normal, que nada puede romper la perniciosa continuidad de las aguas y los latidos de la madrugada, por mas que haya robos, maldiciones, muertes y demás. Siento una lágrima, adentro. Las palabras comienzan a adquirir su forma de lagartija, mientras yo huelo la quemadura de su escencia en mis manos ansiosas, las peso con cariño, las comparo, las acaricio y ellas, a veces reacias, tambien me sonrien. Los juegos de una era que ya fué, siguen carcajeandose en lo más hondo de la memoria colectiva. Las fotografías de aquella playa, los dinteles despintados del templo que profanamos, la rudimentaria diversion de las horas nocturnas, todo se enreda ésta noche con el aroma de la luna potente, con el canto lánguido del aire por las ramas, todo se vuelve líquen, musgo, telaraña en el palido ático del seguir adelante, del seguir con estos cables prendidos al pecho. Ahora el volumen de la sangre desciende para que pueda dormir sin soñar demasiado... hasta mañana.