Bajo los puentes el agua de los hombres corre sin prisas, a toda velocidad. El febrero de brizas cristalinas detona en colores grisaceos apenas nos tiramos de costado sobre las sobras de las vacaciones. La luna huye de los poblados de nuestros ojos, condenándonos a una soledad de cactus entre los paramos sin ley donde habitan, prófugos, nuestros sueños de manteca y azúcar. Vamos arrastrando las alas en la arena de la espera sin nombres. La llama de la revolución es tan solo un leve brillo sabre la cara triste de una moneda. Venga, joder! a por ellos!!
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