Desfilando por el pasadero incombustible de la delicada y sutil brisa matina, que te contrae hasta el cuello y la butaca, llena de terror y poesia. Destruyendo radares emergentes, de los gusanos platonicos del faraon. Masticando la gruesa estructura deshabitada por las rosas inconclusas de lo pasar. Y divorciadas de su montaña en pie las densas y opacas rolas maquiavelicas del futuro en llamas, agitadas por la turbia manera de desformar las figuras. Llevando a mi cavidad usurpadora carnica, las restantes esferas tiradas a la basura que se desparrama por las calles de bundasferti.
Destiño las frescas alfombras rociandolas con insalubres metales oxidosos; la eterna dosis humana.
Destiño las frescas alfombras rociandolas con insalubres metales oxidosos; la eterna dosis humana.
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