En la ciudad de tus miedos
Rodeada de una indiferencia atroz
Tenes que dormir en hoteles.
Sin día ni sueño ni sol.
Por eso mi mente tiembla en el frío
vacío de yeso de tu respiración.
No puedo quedarme impasible.
Rodeada de narcos y sin celular.
La sombra en tus manos de seda
se tuerce por otro temblor,
mis aves recorren los cielos,
buscando noticias, donde no estas vos.
Es hora de ir quitando del medio
al joven herido por dios
dejarlo en su influjo de merca
dejarlo a merced del reloj.
Y me duele ser yo quien te lo diga
pero a esta hora es él o sos vos.
No hay carne de presa ni escondidas
hasta no encontrar... lo que hay que encontrar.
Para M (con mucho cariño)
Muy buen poema, Nando.
ResponderEliminargracias por compartirlo con nosotros.
Muchas gracias a ti David, por andar por estas latitudes y dejar tu huella en el Fanjo. Me alegra que te hayan gustado mis mediocres versos!
ResponderEliminarUn Saludo Grande y lo esperamos cuando quiera
Gracias. Y cuánta razón... Pero a veces las situaciones desbordan y el tsunami abarca demasiado.
ResponderEliminarUn beso.