¡SE ACABÓ!

Tal vez no debería escribir esto ahora. Pero no me puedo contener, dije que se acabó y ta! qué joder, me sale humo de la cabeza y del corazón, me ciego de una manera tal que ni siquiera puedo oler el resabio de agua de río de tus calabazas nocturnas. Me lamento en el alma, pero me caliento por todas esas migas de incongruencia e inseguridad, tanto que la noche se cae a pedazos, el crepúsculo se desmantela de ilusiones, el alba se desnuda de sueños y aparece una llaga de preguntas repetidas y anhelos que no sirven de nada. La otra noche soñé que nos amábamos, que todo era posible con solo proponerselo, que había una magia oculta detrás de un espejo sin fondo ni culpa. He pecado de puritano, pero que grave pedacito de imbécil, pobre solitario anacrónico, pensar que era posible entenderse y protegerse dentro de un amor limpio y profundo, dentro de un instante de recogimiento espiritual desde el que se podían ver las estrellas sin apuro, sin presiones, pero el semblante pálido de la doncella que cubrió con sus alas el dolor inmenso de mi presente, me revela que solo es una estúpida fantasía el hecho de soñar con con un amor platónico de a deveras, con un cariño sin faltas que ahora me resulta imposible y herido. Lamento, y me recontra chupo, por tener que darle la razón a la invencible pitonisa de la luna llena, entregar las armas con las que creí poder conquistar su mundo, lloro en seco por la bandada de aves que me prometió un final feliz donde solo había decepción, para todos. Por ésta ruta arrancó y por ésta misma ruta se termina. Lamento en lo más profundo de mi alma tener que dar vuelta el forro de mis expectativas en éste momento tan jodido. De todas maneras no voy a poder desvincularme de la preocupación que me acarrean tus problemas, sigo pendiente de tu corazón de paloma que tiembla en la ventolera ácida de la madrugada de febrero. Dolido en el alma por la perversidad y lo inoportuno de tus juegos radicales, lloro en seco, de nuevo, por lo escaso de la comprensión y lo excesivo de tu cariño que me hizo pensar en cosas alucinantes y hermosas, haciéndome ilusionar como al legitimo pedazo de gil de cuarta que soy, que era posible transgredir las barreras de lo preestablecido para internarse en el páramo desolado de un amor sin llantos. Ya ves. . .