El sabado corrí hacia los brazos frescos de la noche en la rambla, al apartado encantador de aquel boliche, de aquella gran masa abierta de puertas por donde entrar y quedarse a vivir unos meses. Por otra parte, decía, corrí hacia una total falta de caricia, hacia un olvidarme por un momento perfecto de tus repugnantes y encantadoras bellezas adolescentes, de aquellas desaforadas curvas que bailaban sobre mi cuerpo en la noche, en la otra noche de los sabados de madrugada. Me entretuve escuchando a Los Ramones, con un vaso de vodka en la mano, creyéndome el rey del mundo. Por supuesto que lo era, pero sin aquello que te conté, sin lo "que te dije". De todas maneras el lugar era muy lindo, había escuchado muchas veces de él, (porque ya era él el boliche) en la radio y alguno de mis tíos nos habían dicho que el lugar era un antro de merca donde había buen rock´n´roll y una suerte de "onda" bastante interesante. Creo que antes de caer en estado de embriaguez, pisé en falso, pero no, creo que solo "creo". Al final me encontré con otra amiga, alguien a quien siento que le debía alguna clase de acercamiento. Sus ojos de azul llamarada se veían un poco más opacos de lo que mi corazón y mi imaginación me recordaban, parecía cansada de amores, cansada del sexo y un poco como una estrella apagada cuyo máximo brillo tuvo su flagrante lugar solamente en el recuerdo de todos aquellos que como yo, todavía la buscaban en la baraja o una mañana encontraban su tan bello recuerdo en la pileta del baño, mojada por el tiempo de la ausencia, eterna, un poco con cara de reloj atrasado, o de teléfono sin tono, la encontrábamos a veces, y anhelamos un encuentro como éste, que tristemente se me iría de las manos húmedas por la torpe y pesada presión en las sienes, causada por el vodka, el whisky y la marihuana. Me fui en un taxi hacia el amanecer abierto, ya no corría, pero entre mis manos (que ahogaban mi propio retrato sin fondo) todavía se podía oler un perfume... no pude bien saber de quien era, a quien pertenecía aquella imperceptible fragancia de monte... pero una beta intensa y lejana comienza a cobrar dura forma, una forma cierta o incierta allá detrás de aquel negro paredón de soledad que se ha venido eternizado desde hace un tiempo
Jaja, qué menos mal que no nos cruzamos. Beso fer
ResponderEliminarMaru
Jaja, puede ser....
ResponderEliminarUn abrazo grande!!!!!!!!!!