Había una doncella en aquel entonces que se robaba las horas de mi sueño y mi vigilia. Se sentaba por ahí, detrás de mi, tan silenciosa, y trabajadora, tan humana. Cuando un triste chorro de luz entraba por la ventana, su cabello parecía el sol de la mañana y multiplicaba la alegría de las aves y la tristeza de mi alma. Intenté escribirle hermosos poemas, pero los versos se marchitaban en mis manos y llegaban a sus ojos con menos consistencia que la que tiene el polvo... No había caso, su corazón estaba aun sin desflorar, su pecho hermético era una trampa para mis pensamientos y el brillo de su mirada resultó un dolor intenso en mi memoria. Recuerdo aquella vez que la encontré.... Era una manifestación por la paz mundial y ella... ella estaba ahí. Con su sola presencia parecía calmar los sangrientos males de esta tierra, con su voz de golondrina me habló y con sus ojos como estanques de verano me miró y vio adentro mío como batallaban las mariposas que tanto musgo tenían en sus alas, después la perdí, casi para siempre. Aveces la recuerdo... y sueño con ella.
Para E.G.
2 comentarios:
No hay caso. ¡Lo femenino es tu inspiración y qué bien te queda!
Que hayas pasado bien tu cumple.
Beso
Uhh, gracias Maru, (estuve leyendo a Yeates...) Que agradable verte por acá.... Me gustaría saber por dónde andas y en qué.
Un abrazo!
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