El ave blanca ha pasado ciertamente, de todas maneras tengo un poco de inseguridad porque sé que tu lugar está lejos y que no estoy a la altura de tus necesidades. Entonces no me queda otra opción que entregarme en la apasionada redacción de ésta carta horrible donde florecen detrás de cada letra, las calamidades de una espera interminable. No la leerás, no llegarás a comprender la magnitud de éste dolor de metal que me va carcomiendo las fibras, pero de todas maneras debo hacerlo, debo dejar todo de mí, como anoche, intentando decirte lo mucho que necesito el contacto sincero y prolongado de tu divina humanidad. Tengo la obligación, el ineludible mandato del corazón de hacer todo lo que esté a mi alcance para retenerte aunque sea un minuto a mi lado, a éstas alturas no me encuentro rebosante de esperanzas, pero mantengo la luz tenue de una posibilidad, ésta luz, por débil que sea es la que mantiene mi cuerpo unido y dejame decirte, dulce pieza de mi perfecto infinito, que ésta leve llama arderá en mí hasta que se consuman mis días y que mientras tenga fuerzas seguiré buscando mi camino hacia tus brazos, aunque sea por el precario sendero del dolor y la añoranza de las cosas que no pasaron. Seguiré caminando por él y miraré por siempre con profundo anhelo a la estrella casi disuelta de tu presencia. Quisiera arrancarme éste lazo que me ata permanentemente a tus respiraciones perdidas, en éste momento debería estar escribiendo de casinos, de celulares, del dinero que se transforma en especulaciones, pero no puedo, hoy es el último día. Mañana convocaré a las pesadas fuerzas del trabajo y la disciplina, para reanudar un año mejor que el anterior, pero ésta noche de domingo triste, de inacabable suspiro en la nieve de tu avalancha perpetua, no puedo evitar escribirte mis mejores versos, aunque nunca los leas, aunque no te interese, aunque las flechas de mi locura por vos pasen de largo, alto sobre tu cabeza, no puedo evitar manifestar por todos los medios que muero por vos y ya no me interesa esconderlo de nada ni de nadie y que daré otra vez todo lo que esté en mi corazón a cambio de complacer un único y básico deseo: un beso.
2 comentarios:
fa que lindo,
me parece barbaro que, aunque ella no se entere, estés decidido a no ocultar lo que sientes :)
besos
Son poemas...
Je!
gracias por pasar.
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