viernes, marzo 18, 2011

Breve Crónica-Ediorial del encuentro Liga de Quito Vs Peñarol

El club de mis amores, los colores que visten mi corazón, la historia que llena de gloria la historia futbolera, la tradición inalienable. El Club Atletico Peñarol disputó anoche uno de los partidos correspondientes a la fase de grupos de la Copa Libertadores de América, máximo certamen futbolistico de estas tierras, con resultados que a esta altura ya son conocidos por todos. Bien entonces, a continuación dejaré una pequeña crónica-editorial sobre el asunto: En un principio me había olvidado del encuentro debido a otros compromisos adquiridos que de alguna manera llenaban todas las casillas horarias del día 17 de marzo (en realidad yo creía que se jugaba el 18), por lo cual ya podemos decir que habíamos arrancado mal. A la hora 20 llegué a la casa de mi madre con el proposito de hacer un poco de tiempo mientras mi "chica" concurría a una clase de facultad en Durazno y Convencion. Haré un mínimo hincapié en el hecho de la casa de mi mamá, donde con tan solo tres añitos de edad, pude presenciar en compañía de mi padre, la frénetica victoria de mi club frente al América de Calí. Recuerdo los desaforados alaridos de mi padre y de mi abuelo, su llanto frénetico, sus abrazos ante el gol de Diego Aguirre en el último minuto, cuando accedimos por última vez al preciado título internacional. Sin embargo, la historia sería bastante distinta para la noche de ayer. En el informativo central del canal doce, como decía, me entero que el compromiso entre Liga Deportiva de Quito y Club Atletico Peñarol sería disputado a la hora 21:30 en nuestro país. La casa materna lucía un profundo y agradable aroma de tuco y pastas, comimos. Se levanta la mesa y se pone el canal deportivo que transmite la Copa. El marido de mi madre (ferviente hincha del Club Nacional de Football) se sirve un vaso de vino tinto y se sienta en el sillón amarillo frente a la mesa ratona a disfrutar del match, yo me hago de un cigarrillo y me arrimo a la ventana del séptimo piso para evitar que el humo genere disturbios en el aire que respiraban mis pequeñas y revoltosas hermanas menores. Se mueve la pelota, termino el cigarrillo y me siento a un lado del hombre del vino para ver el juego. Desde un principio noto que la estrategia de Peñarol es tremendamente defensiva, de forma comprensible al estar jugando en la altura, sin embargo, noto que los estan dejando patear de media distancia, cosa que en la altura de Quito, siempre es un tema bastante peligroso. Gol de Liga, el balón rebota en la pera del guardameta Sosa y al parecer algo mareado, éste intenta recuperar el rebote, chocandose torpemente contra uno de los defensores que intentaba a su vez despejar el peligro del área. Centro rastrero al medio y el Mono Luna (dolorido tràs una preciosa infracción del negro Freitas) manda el balón al fondo de la red, anotando el gol número 12.000 de la historia de la Copa Libertadores. Seguimos mal, ese record, al igual que casi todos los otros de la mencionada copa, debería haber sido del Carbonero. Me llama Lola, que había salido de la charla y bastante caliente yo, me calzo la mochila y tras saludar, pido a mi madre que me abra la puerta de salida del edificio. Camino tres cuadras por peatonal Sarandí y se larga a llover de manera bastante fuerte, corro mientras para distraer, escucho la grabación de la columna de actualidad del Señor Darwin Desbocatti que trataba de viejo lelo al empreador del Japón, por su nefasta ante los medios locales. Sigue lloviendo y yo corro por la rambla hasta encontrarme con ella a escasos metros del jardín de infantes al cual concurrí yo siendo apenas un niño (curiosamente en aquellos años en los que había visto a Peñarol, coronarse campeón de América). Caminamos alegremente mientras reíamos de mi atuendo veraniego y conversabamos acerca de la clase que ella había abandonado hace pocos minutos. Me olvido un poco del partido mientras caminabamos hacia el trabajo de una amiga de ambos, una vez ahí me percato que se esta, ahí también, observando el partido que para ese momento, ya iba 2 a 0 a favor del local. Ahí permanecimos al rededor de unos 25 minutos, en los cuales mi club recibe otros dos goles en contra cayendo, como es de suponer: 4 a 0. La amargura y la decepción que me invade nos invita a continuar la marcha hacia la casa de ella. Me olvido del partido, a fuerza de besos y caricias y llegamos a su casa. Esta tarde, cuando pongo la radio para entretenrme un rato me entero que el resultado final del partido fue 5 a 0 en contra de mi queridísimo equipo del corazón. No conforme con eso, me dicen por la radio que el Lolo tuvo la oportunidad de marcar el gol del descuento en instancia de tiro penal... y la desperdició.

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