Entre la húmeda cantata de la lluvia y la gris desesperación de la tormenta, espero sentado la vuelta de tu delicado plumaje, ave de la mañana que hundes tu cabeza en el pantano de las ciencias para ir más allá de tus propias huellas. Te Quiero tanto, dulce mía, estoy varado en un desfiladero de nieblas sin la perlada atención de tus ojos, estoy perdido fuera de las fronteras de tu aliento, esta tarde y la pasada. Te necesito esta noche, amada mía, no demores.
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