martes, septiembre 22, 2015

Elegía

Te escapaste, renunciaste, gritaste y giraste hacia el abismo
mordiste la lentitud mohosa de la decadencia de tu alma
te dejaste desconcentrar por la virtud corrompida 
fuiste a delirar en la caverna de los olvidos condenados
para destrabar la miserable perpetuidad de la existencia
te arrancaste los cables que te hacían padecer todos los rincones
detrás de los lentes, esos ojos que lloraban invisibles
te arrancabas la piel en el silencio de esa eternidad sin estribos
bajo la sonrisa, había una correntada de dramático aguacero
fuiste el río que cercenado se volvió lago y en su sequía charco
cosiste para siempre tus labios y su discurso afable y florido 
y te arrancaste las últimas plumas de tus alas teñidas
sin duda alguna que tu voz, irradiada por el eter
debe estar en algún lado de la inmensidad
eco fantasmagórico de tantas entrevistas
de tantas historias 

Ahora el palacio Taranco sigue estando ahí en Solís
la calle Buenos Aires guardará su secreto 
el cementerio central habitado por espiritus
y la calle Aguilar es un lodazal de enigmas perdidos
para siempre, tras la huella putrefacta de tu partida

No vas a ir con Galeano, ni con Mario
ni con el Negro ni con Giacomassi
no vas a reir con Daniel
ni a llorar con Violeta
no vas a ir a ningún lado Gustavo Martínez

pero acá te recordaremos igual.

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