Qué me queda de la ráfaga fulminante de tus besos. Qué es lo que insistentemente se va acopiando dentro de mis versos cuando es sábado y ensaya la comparsa y estoy a dos latidos acelerados de ir a verte bailar pérdida en la inmensa distancia de tu sonrisa, pero me dejo llenar del mismo desamor, me dejo ir hacia el agotamiento de resignarme a perderte, tantaleando en la penumbra de sospechar que jamas te tuve. Algún día quedará este blog lleno del fantasma de mi terco amor y los versos desangrados serán lo único que atestigüen que existí. Mi huella será el poder haberme contenido de correr a tu abrazo y en el horizonte de tus ojos, voy a ser solo un recuerdo confuso, una engañosa tempestad de zarpazos y delirios lanzados a la nada. Entonces las palabras se descolgarán de las paredes y podrá ser finalmente domingo después de todo, en un tiempo de verdes atardeceres donde acaso solo la calle brandsen sabrá cuánto te amé.
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