miércoles, octubre 11, 2017

Historia de Valentín Fonseca (final)

 Algo dentro mío cedió, como una cuerda vieja y florecida ante lo inevitable del tiempo. Pasé instantáneamente de una posición pasiva hacia la terrorífica magia del sueño, a una agresiva, dominante, consciente a un nivel de profundidad que me sorprendió por lo familiar que se me hizo, era como si toda la vida hubiese habitado en mi interior aquel ser de posibilidades infinitas y que recién en el momento en que los vi parados en medio del living, vino a despertarse, cargado de una confianza apenas tan grande como su curiosidad ante un mundo que, era en verdad infinitamente más complejo que este y donde las reglas establecidas en nuestra "civilización" ordinaria, se desdibujaban ante el peso definitivo de los hechos.
   El doctor Fonseca clavó sus ojos en los míos, adivinando el sismo que acababa de sacudirme. Devolví su mirada con un mensaje telepático que el respondió del mismo modo.
  - Veo que va empezando a agarrar antena, doctor. Claro que está despierto y que estamos en la más pura realidad... aunque adivino que ya no le esta costando tanto admitir que el mundo es mucho más grande de lo que nos contaron.
  Su mirada era su voz y yo la escuchaba con toda claridad dentro de mi cuerpo. Mientras tanto el ser acuoso se aproximaba muy despacio hacia donde estaba yo, levitando a 20 milimetros del suelo. Me llené de inmediato de una sensación de fascinación y admiración ante la insólita longevidad de su consciencia, sentí ganas de abrazarlo, como si se tratase de una especie de árbol anterior a la creación del mundo. El ser pareció sentir mi emoción y respondió dando un saltito hacia atrás para volverse a guarecer detrás del doctor Fonseca.
  Pude darme cuenta que la intensidad de mi estallido lo había sobresaltado y creí entonces conocer mucho más de su naturaleza inorgánica de lo que jamás hubiese podido predecir, amén que dos semanas antes, me negaba rotundamente a admitir que tal forma de vida era si quiera posible.
  - Administre su intensidad, doctor - dijo Fonseca. - Recuerde como reaccionó nuestro amigo cuando usted le entregó un pánico desmedido. Se le apareció como una figura aterradora, verdad, bien, esa es su forma de responder ante las emociones peligrosas, como el miedo. La admiración que sintió recién lo hizo retroceder ya que es un poco más compleja de lo que ellos están acostumbrados a sentir.
  - Pero el miedo que sentí cuando salió del agua tambien fue intenso, propio de un ser orgánico, cómo fue que pudo distinguirlo y reaccionar de tal manera.
  - Se equivoca, el miedo es universal, doctor, la admiración y el afecto no. Le puedo asegurar que el miedo trasciende todos los niveles de la vida consciente, que son mayormente inorgánicos. De hecho este es el único nivel de vida consciente orgánico. Nosotros somos los raros, aunque todos son capaces a su modo, de sentir miedo. Nuestro funcionamiento es más breve, nuestra forma de vida está llena de luz dado la alta fricción de nuestros organismos, nuestra consciencia es cálida, como una pequeña hoguera. No resulta descabellado entonces que se sientan naturalmente atraídos al resplandor lumínico y el calor de nuestra corta vida de huesos y sangre. Eso me recuerda al asunto medular de nuestro encuentro, quería proponerle formalmente una oferta única: Venga con nosotros. Dígalo y vayamos en un viaje de eternidad y conocimiento.

  En ese momento crucial, en el que debía decidir sobre el destino de mi cuerpo y mi  futuro, tuve la inquietud de girar sobre mí y volver a empujar la puerta de mi cuarto. En efecto, mi cuerpo dormía semi envuelto en las  sábanas beige y el acolchado blanco. Sentí que perdía pié, que comenzaba a caer, el peso de mi cuerpo, desparramado en la cama comenzó a transferirse al mío que estaba parado, hablando con Valentín. Me mareé y sentí náusea, todo el ámbito de mi apartamento cedió ante un giro de vértigo y volví a despertar, esta vez envuelto en las sábanas beige y el acolchado blanco. Un calambre en el posterior derecho me hacía retorcer de dolor, intentaba estirarlo, pero no podía. Así y todo me volví a tirar de la cama, desesperado por ver si el doctor y el ser acuoso continuaban ahí, no estaban. Me derrumbé en el sofá de dos cuerpos y no terminaba de disociar ambas realidades.  Sentía mucho sueño y el dolor de mi pierna era todavía grande, pero yo había quedado fragmentado, partido por todo lo que acababa de ocurrir. Pensé en volver al apartamento de mi colega, arrastrando la racional esperanza de encotrarlo ahí y que al contarle lo ocurrido el se hubiese reído y descartado todo, diciendo que todo era culpa del estrés a causa del trato con la gente del laboratorio, pero me pareció inútil, pues ya estaba convencido que mi amigo ya no pertenecía a este mundo. También en ese momento recordé la reunión con la gente del laboratorio y me pareció todo tan intrascendente, tan vacío y falto de sustancia que tomé una decisión que ahora me doy cuenta, es la única que podría haber tomado: tomé mi agenda, apagué mi telefono celular y me puse a escribir sobre los días del calendario, toda la historia, lo más ajustada a la "realidad" que me fue posible. Han sido ya casi 5 horas de continua escritura. Aún tengo sentido el posterior y me duele mucho la espalda debido a la exigente postura. Luego iré a orinar y después a dormir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario