domingo, julio 22, 2018

188

Entre el último gris del domingo me trepo a este 188 en el que suena la Lambada. Todo es como un acrílico que se escurre por las escaleras de Lindolfo Cuestas. Empieza el río oscurecer, fúlmine, arcaico y apenas agitado por algo parecido a la vida. Me queda un 5% de batería al darme cuenta que las palmeras del centro cabecean y oscilan al compás del oscuro viento. Un recuerdo igual a una ausencia, llena los bondis y las ventanas. Montevideo resiste, tembloroso, al primer despertar de la noche. 

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