Ésta tarde vi un ave nueva. Nunca había visto una así. La tarde otoñal era un cúmulo de apuros, corridas y diligencias. Dos veteranos se acariciaban tiernamente en un asiento del 130. Por supuesto estos dos detalles se me olvidaron por completo hasta que a la medianoche, tras una numerosa serie de coincidencias, ella me besó. Fue un momento lleno de sensaciones de casi toda índole, sin embargo sonreímos. Antes me mostró sus juegos de caja, me contó sobre su interesante costado profesional y le conté la tierna historia de mi tatuaje. Pero caían rayos en el mar tras la rambla sur y llovía de a ratos. Su naturaleza entusiasta, y curiosa y divertida junto a su erudición y sus ojos luminosos, bastaron para seducir a este veterano de guerras interminables, la piel de su cuello era tan suave ... Era tan amable su mano blanca que temblorosa, la mía, se animó a rozarla con animado y honesto cariño. Sin dudas existe un denominador común en casi todas mis historias, aunque ahora no sé exactamente cuál sería.
2 comentarios:
Me encanto el relato te mando un beso.
Hola! Cómo estás, tantos días? Muchas gracias por pasar un rato!!
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