Perro envenenado con brujerías, que curarían fácilmente con pelo de cochino, pero como en la tierra ya no habitan más seres que ellos mismos, esa última curación milagrosa carece ya de sentido o posibilidades. Todas las palabras juradas convergen en la noche almizclada y profunda, sin mayor guía que los rezos ignorantes de una vieja bruja, gigantes aros de humo y un intenso hedor a ruda que detona los ojos y los da vuelta.
El eter se hace presente ante nuestros ojos, y la sombra de nuestras pestañas se convierten en leones cuando jugamos a mirar nuestro canal favorito a la hora de merendar.
El eter se hace presente ante nuestros ojos, y la sombra de nuestras pestañas se convierten en leones cuando jugamos a mirar nuestro canal favorito a la hora de merendar.
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