Corrigeme a la sombra de tu exacta desnudez, como una mano de hojas secas, que baila en un manantial de sombras palidas, como la mano invisible que planta los arboles del alba, enmienda mis agujeros con el delicado salitre de tus mejillas que encienden. Rescatame del acido pasado de frutas hermosas podridas. Atrapame en la tela de araña de tus sienes de terciopleo y redireccioname a tu pecho de caverna. Quisiera rendirme alos pies de tu mar de silencios y gestos, pero el coupier nos juega otra mano torcida y yo que aposte demasiado... Corrigeme.
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