Huyo hacia mi esfera de humos tristes en la noche helada, me voy, corro desde tu mirada cristalina en el retrato del recuerdo, intento escabullirme de tus manos, de aquellas manos que han navegado los mil océanos de mi cuerpo. Porque no quiero saber que vives, no quiero saber si buscas en la cama los pedazos de mi amor sin tiempo, no quiero saber de tus noches de tristeza o de fiesta ni de tus otros amores de papel ni de tus lunas sin lagrimas, no quiero saber de ese corazón porque moriría, me moriría de pena arrodillado frente al espejo de las aguas intocables del pasado, me moriría atragantado con besos líquidos y llantos ásperos. Por eso me recubro en el silencio de esta ausencia de respuesta que te escribo, me hundo en lodazal insondable de ésta distancia de roca solida. Porque no quiero saberte ahí, con todas esas hermosas partes, con todos tus horribles monstruos de femineidad insoluble, no, porque me moriría desangrado de impotencia, me moriría en un abrazo de hoguera con ésta soledad de fantasmas sin perfume, naufragaría mi barco en las hondas y bravas playas de la ausencia...
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