Entreverado con la gala de tu inminente llegada alucino perdiéndome de rodillas en una suplica infinita. Los recuerdos de las luces del alba acariciando tus dunas inmensas, el techo de los ranchos, con su sonrisa benévola y su preocupada visión de un futuro invierno, todas las gotas de tu agua, todas las conchas de tu insondable profundidad de monte y de lobos marinos. Viajo por los senderos de tu recuerdo de luna a las cuatro de la mañana, huelo la brisa incendiada del Atlántico que entre dientes contiene la ira de su imponente y desafiante inmensidad. Lleno mi mochila con pétalos de flores, aguanto la hambruna del amanecer en mis huesos, preso de tu imagen en mi mente, preso de tus alas de ángel, amarrado gimoteo en silencio mientras miro el almanaque, que no tarda demasiado en responder con su gruñona y despiadada mirada de perro silencioso. Yo voy por más, los que pueden ir, pobre de ellos, el anden de la estación donde guardo el buzón en el que recibo las criticas del publico ya casi ha cerrado, en pocos meses volveré al ruedo del vicio en la ciudad, a la fascinante prisión del trabajo y a la apocalíptica visión de la mortalidad. Pero ahora quiero poder estar vivo para siempre, parado en tus costas cristalinas, mojándome la nuca con el ardor de tu playa desierta, con el caldo grumoso de estrellas que parecen acercarse hasta uno y decir.... que suerte que viniste.
uy yo la verdad que entiendo perfectamente todo lo que decís.. esa espera por el viaje que tanto uno sueña, que planificó con ilusión y que se espera con ansias, pero con ansias y alegría
ResponderEliminarcomo un nene que espera al dia de su cumpleaños, o un adolecente que espera a que terminen las clases :P
besos
Claaaaaa!!!
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