¿Qué pasa si me doy cuenta que solo paro de temblar cuando te abrazo?, ¿Cómo le digo a los muchachos que estoy que muero?. Se van a reír... me van a palmear la espalda y me van a hacer chistes de lo más variopintos. ¿Cómo le hacemos si nos damos cuenta que esas miraditas son más que miradas y que nos estamos viendo... casi por adentro?. ¿Con quien tengo que hablar si el amanecer... es... el amanecer?. Con quién...
Jugamos en nuestros sudores, acariciamos la brisa fresca de febrero, olemos las flores y suspiramos, nos sentamos en la escalera del palacio legislativo, ¿¿En qué Sentido?? Vuelo por el ecuador de tus ojos despeinando la flor de tus labios, me encuentro con tu brazo tendido y todavía... querés morderme. Tengo que escribirlo, no aguanto más, tengo que escribirte esto y aquello y bla bla bla para todos tus parientes, nos fuimos a la conchinchina. Me huelo las manos en busca de tu olor y lo encuentro a la orilla de un médano infinito, digo pucha! pucha que lo tiró! y me doy vuelta carnero para encontrar de nuevo tu sonrisa, tu risa, tu carcajada cortando el silencio de la noche infinita. Decían que no podía dedicarte mis versos de amor, ¿¿En qué sentido??. Nadie pensaba que el tiempo sería el tiempo solo cuando te veo.
No lo vimos venir. Un camión, un corre-caminos, un elefante con alas, un chancho que chifla, una poesía de carne y hueso que se queda la noche fumando faso y echando a la tute. Me pregunto si será demasiado y no puedo evitar que responderme que no, que nunca podría ser demasiado si la felicidad es tan barata, si abrís la ventana, si lavas un vaso, si hacemos un café...
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