Melancolía de un paraje donde el hombre no ha untado su saliva de cemento
donde no existe más línea recta que el pacifico delirar del horizonte.
Una flor perdida en sus latitudes sin tiempo, brilla incandescente
mientras nadie la ve, nadie huele su armoniosa fragancia solitaria.
Tan solo un ave como una aparición cortando la suavidad del viento
con la sombra pasajera de sus alas, recompone el silencio
en lugar de herirlo.
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