Un viento arrasador corre descalzo en la azotea
Sentimiento que alcanzo frente a una vacía platea
que menea la cadera exprimiéndonos los fuegos
más internos, sus infiernos, sus olvidos eternos
flotando en la marea, permitiéndonos zozobrar
en un obstinado azar que al pasar nos quiere matar,
tirar el pelo, morder la oreja, ahorcar el hígado.
Somos señuelos servidos en plateada bandeja,
un hada madrina acecha detrás de blancos pañuelos
una despedida cosechada tras lánguidos chaparrones
fiebre repentina que te deja aturdida y herida
contando rosarios perdidos, perdida, perdiendo
el pudor de la primer peregrinación a la oscuridad.
Yo acuso recibo y mordiendo mis labios aprendo el sabor
del amargo helado de tu ausencia, podado, afeitado,
marcado por largos y áridos inviernos repetidos
en espejos empolvados por la grasosa y pegajosa
estela de este oscuro y cínico viento de Agosto.
Marchando, hacia el futuro que espera con cara...
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