Desde esta ciudad
Desde la concavidad
De esta noche traslúcida
Escribo lo que inunda
Cada una de las calles
Las puertas y ventanas
De mi sangre
Escribo lo que acallo
Durante el lila en la rambla
Por causa del ocaso
Escribo lo que escondo
Detrás del canto de los tambores
De la suprema tristeza de su lejanía
Lo que se duerme
Lo que urge lenta
Y dolorosamente
Todo me escucha
Mientras lo voy escribiendo
Desde esta ventana la esperé
Una noche de verano
Y ahora el viento trae su olvido
Que es otra vez arisco
Venenoso y último
Como la mudeza del mar
Y el zarpazo del alba
Yo escribo el alba
Como puedo
Desde la noche
Donde no hay un grillo
Ni una gaviota que grite
O acaso un perro ladrante
Escribo la noche callada
Y ella, como una cruel respuesta
no emite un sonido
Mientras, yo espero
Y nada sucede
En la tarde gris
Con olor de flores
Nada pasa
Brisa cargada de espanto
Viene quieta de la frontera
A decir que nada pasa
Nada sucede
Y yo hago como que no la espero
Y espero escribiendo sangre seca
El cólera de las veredas
Cerró sus dientes cobrizos
Y un mendigo de acroirís
Mutó en rayo, de madrugada
Y nadie celebró
Nadie hizo eco
De los dolores errantes
Ni de los amores perennes
Ni de cielo o abismo
El fuego era levemente verde
Y sus ojos
Del color del mundo
Me miraban con amor...
Eso fue una noche
O doce.
Ahora apenas me imagino
Que escucho un auto muy lejos
Donde se va mi pena
Mi lamentar entibiado
Una forma serpenteante
Ardiendo en el profundo azul
Y un rincón de espejo
Donde la realidad me devuelve
Algo que yo no quiero
Me voy escribiendo a mi
En esta enredadera nocturna
Fumando cigarros que duelen
Perdido en insomnios de cera
Frente a la cuidad paralizada
Con un arrastrar como de tiempo
Y derrotadas voces
Que producen sangrados
En la continuidad de mi espera
Lo que habita detrás
Se hace inmensamente intangible
A la vez que su tiempo
Se vuelve el único tiempo
Y su luz, la más inaccesible
De esta vida.
Desde la concavidad
De esta noche traslúcida
Escribo lo que inunda
Cada una de las calles
Las puertas y ventanas
De mi sangre
Escribo lo que acallo
Durante el lila en la rambla
Por causa del ocaso
Escribo lo que escondo
Detrás del canto de los tambores
De la suprema tristeza de su lejanía
Lo que se duerme
Lo que urge lenta
Y dolorosamente
Todo me escucha
Mientras lo voy escribiendo
Desde esta ventana la esperé
Una noche de verano
Y ahora el viento trae su olvido
Que es otra vez arisco
Venenoso y último
Como la mudeza del mar
Y el zarpazo del alba
Yo escribo el alba
Como puedo
Desde la noche
Donde no hay un grillo
Ni una gaviota que grite
O acaso un perro ladrante
Escribo la noche callada
Y ella, como una cruel respuesta
no emite un sonido
Mientras, yo espero
Y nada sucede
En la tarde gris
Con olor de flores
Nada pasa
Brisa cargada de espanto
Viene quieta de la frontera
A decir que nada pasa
Nada sucede
Y yo hago como que no la espero
Y espero escribiendo sangre seca
El cólera de las veredas
Cerró sus dientes cobrizos
Y un mendigo de acroirís
Mutó en rayo, de madrugada
Y nadie celebró
Nadie hizo eco
De los dolores errantes
Ni de los amores perennes
Ni de cielo o abismo
El fuego era levemente verde
Y sus ojos
Del color del mundo
Me miraban con amor...
Eso fue una noche
O doce.
Ahora apenas me imagino
Que escucho un auto muy lejos
Donde se va mi pena
Mi lamentar entibiado
Una forma serpenteante
Ardiendo en el profundo azul
Y un rincón de espejo
Donde la realidad me devuelve
Algo que yo no quiero
Me voy escribiendo a mi
En esta enredadera nocturna
Fumando cigarros que duelen
Perdido en insomnios de cera
Frente a la cuidad paralizada
Con un arrastrar como de tiempo
Y derrotadas voces
Que producen sangrados
En la continuidad de mi espera
Lo que habita detrás
Se hace inmensamente intangible
A la vez que su tiempo
Se vuelve el único tiempo
Y su luz, la más inaccesible
De esta vida.
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