Silencio de catedral
y muertes sin espejo
milagro de luz sin final
fugaz recortar de sombras
en la descolorida intriga
que nos dejamos
Queda un abrazo a medio partir
por los rayos de la madrugada
Me voy repitiendo...
agotado de mágicas palabras
tras pedestales de ausencia
y encantos que no me pertenecen
El perfume en su hora de vela
se volverá tardío
perderá su vigencia
y su causa de demencia
entre barajas de polvo
y ventanas deshechas
por horas que no son rectas
y amaneceres sintéticos
La calle aquella
hoy sumida de otoñales meditaciones
se vuelve un arroyo ciego
una miserable sombra
en lugar de nacer al mar
esa calle se ahoga en paredes
y yo en los flujos de mi letra
también necesito aire
para mis ojos como flechas
Crucé las barreras de mi aislamiento
me volví gas en inertes esperas de nadie
subí por cornisas últimas
y grite con toda la piel
frente a columnas de mármol putrefacto
nada pasaba...
invoqué toda la soledad
llené todos mis domos de humo
rocié de acetona
las alfombras huecas
y espanté, después del amanecer
a aquellas máscaras que solo portaban ojos
como reglas para mi vuelo errante
Se escucha a la multitud
perdida en su afanosa desidia
abominar a un hombre sombrío
linchar con sangre en las voces
una sombra humana que mira al oeste
Aquel fue el más sangriento febrero
Aquella, la más tétrica de las noches
sin luna donde refugiarse
hasta los cangrejos comían vidrio molido
...solo láminas de sangre verde
en playas donde nunca hubo sol.
Mosaico profano de baldosas
vomitiva composición de flores podridas
pasa volando una forma contra el cielo
las madres insomnes, levantan la cabeza
para no ver la punta de la helada
desgarrar las pieles y los huesos
del que impaciente se atreve
a enfrentar el tiempo de la noche
La cama. los sillones, los balcones
todos torcidos por penas sin nombre
los cardumenes de polvo
en errática danza
se curvan sin respuestas
por el aire de su cuarto
y en el mío, una repetición
el recuento doloroso
de la multiplicación de las rosas
Sube la niña auto degollada
a cantar canciones del vino
en las estanterías de su casa
habla en la soledad de su rutina
con los ecos silenciosos
que son solo sus propias pisadas
sonando como ajenas en el baño.
Su tiempo por mis entrañas
se induce ahora
en estadios de remisión
y yo aprovecho y sueño
con sanar de su ternura
rezo a los taxis vacíos
y las entidades marinas
para que el viento cicatrice pronto
la masacre de amor
que hubo una vez en mi piel
y muertes sin espejo
milagro de luz sin final
fugaz recortar de sombras
en la descolorida intriga
que nos dejamos
Queda un abrazo a medio partir
por los rayos de la madrugada
Me voy repitiendo...
agotado de mágicas palabras
tras pedestales de ausencia
y encantos que no me pertenecen
El perfume en su hora de vela
se volverá tardío
perderá su vigencia
y su causa de demencia
entre barajas de polvo
y ventanas deshechas
por horas que no son rectas
y amaneceres sintéticos
La calle aquella
hoy sumida de otoñales meditaciones
se vuelve un arroyo ciego
una miserable sombra
en lugar de nacer al mar
esa calle se ahoga en paredes
y yo en los flujos de mi letra
también necesito aire
para mis ojos como flechas
Crucé las barreras de mi aislamiento
me volví gas en inertes esperas de nadie
subí por cornisas últimas
y grite con toda la piel
frente a columnas de mármol putrefacto
nada pasaba...
invoqué toda la soledad
llené todos mis domos de humo
rocié de acetona
las alfombras huecas
y espanté, después del amanecer
a aquellas máscaras que solo portaban ojos
como reglas para mi vuelo errante
Se escucha a la multitud
perdida en su afanosa desidia
abominar a un hombre sombrío
linchar con sangre en las voces
una sombra humana que mira al oeste
Aquel fue el más sangriento febrero
Aquella, la más tétrica de las noches
sin luna donde refugiarse
hasta los cangrejos comían vidrio molido
...solo láminas de sangre verde
en playas donde nunca hubo sol.
Mosaico profano de baldosas
vomitiva composición de flores podridas
pasa volando una forma contra el cielo
las madres insomnes, levantan la cabeza
para no ver la punta de la helada
desgarrar las pieles y los huesos
del que impaciente se atreve
a enfrentar el tiempo de la noche
La cama. los sillones, los balcones
todos torcidos por penas sin nombre
los cardumenes de polvo
en errática danza
se curvan sin respuestas
por el aire de su cuarto
y en el mío, una repetición
el recuento doloroso
de la multiplicación de las rosas
Sube la niña auto degollada
a cantar canciones del vino
en las estanterías de su casa
habla en la soledad de su rutina
con los ecos silenciosos
que son solo sus propias pisadas
sonando como ajenas en el baño.
Su tiempo por mis entrañas
se induce ahora
en estadios de remisión
y yo aprovecho y sueño
con sanar de su ternura
rezo a los taxis vacíos
y las entidades marinas
para que el viento cicatrice pronto
la masacre de amor
que hubo una vez en mi piel
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