La noche que me cago. Trapecio donde las horas arriesgan la vida y el público general sigue lo más pancho, como embobado. Brisa que alcahuetea sueños inconcebibles, uno en el medio, haciendo las veces de motor, sabiéndose tan falible, tan desconcertado... Humano ni más ni menos. La eternidad tiene que tener su contracara, todo su no ser, agazapado tras lo móvil y orgánico, debería haber algo que flota haciendo contrapesos a todo esto otro. Esta realidad con tantas formas como sentidos la perciben, pienso que algo pulsa arrinconado frente a esta inmensidad del cambio permanente, pero miento si digo pienso o creo o siento, porque seguro eso no se debe poder sospechar, y menos por mí, y menos hoy, y menos que menos a esta hora
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