viernes, mayo 09, 2008

Otra Noche

Es verdad que la noche me alcanza... a esta hora, me da la caza con su disparo de sombríos silencios en el paladar lento y descalzo de mis meditaciones. Es verdad que la noche me alcanza, abrazándome groseramente, derritiendo mis lineas y dejando su mano de oxido bordada en mi pechera de trigo. Es por eso que la noche me alcanza en todo su esplendor si no estas a mi lado, esta noche de piedra, esta noche de barro donde todos tus recuerdos se abalanzan sobre mi mente y sufren por salir, acorralados y asustados por tu voz, que no está, que recorre otros soliloquios ajenos a estos que te nombran por todas las paredes sin encontrar una respuesta que me hable de lo que existe detrás de esta mascarada ordinaria y soez, que me ayude a dilucidar minimamente el porque de esta zozobra de barco herido, de estos suspiros de triste grillo, de este temblor de vela desgarrada. Todo tu ser ha dejado una huella incalculablemente exacta de tu cuerpo en mi, ha dejado un mapa de cada una de tus palabras que al recorrerlo solo me pierdo en los callejones, hoy enmohecidos, donde otrora tomábamos el aire limpio de nuestra fuente privada, de nuestros gritos de animales locos, de nuestra irresponsable manera de dormir abrazados, libres e irremediablemente ajenos este nuevo e infinitamente triste mundo que urgía por ser parido.
Todo tu ser ha dejado huellas de estío en mi playa montaraz, cada uno de los reflejos de la luz sobre tu cuerpo me han dejado un mapa que cada día está más amarillento, un mapa que de recorrerlo solo me seguiría perdiendo en la lluvia de nuestro amor que se encuentra hoy en estado de sequía indefinida. Mi cuerpo ajado por el sol cuadrado e insoportable, sufre la alucinación de tu forma a la vuelta de cada esquina en todos. mis sueños. Tantas palabras, tantas horas, tantos dolores y terminales pasiones, tantos besos y oscuridades, tanto montecito y tanta plaza hacen agua y sombra ahora entre las cenizas y las telarañas que cuelgan del oleo de nuestro tiempo infinito.
Mi mente... mi mente está perdiendo la forma, y los escudos han comenzado a astillarse en la hora donde el cuervo profundo de la noche vuelve a vomitar el espectro de mi soledad, el aliento helado de las horas donde te imagino y me duele cada fibra del cuerpo y del corazón, tragándome el llanto de la frustración y la bronca. Intentando escaparme de este truco de barajas infalible, de esta ilusión sin termino. Y llueve, pero no... no llueve. Solo caen gotas del cielo y yo apenas las escucho, tirado a la sombra de mis cavilaciones donde no dejas de aparecer como una figura de neón que engaña, que fascina, que incendia, lacera y entorpece el yerto tramado de mi apelmazado espíritu. Te vas... te vas con otro en la noche sin palabras ni testigos, en la noche del despecho absoluto donde crees poder encontrar sosiego y descanso de mis ojos de felino herido que te cortan y te poseen aun en la más absoluta oscuridad, aun en un lecho extraño y desconocido, aun entre la fantasía de ese batman que tan poco tiene que ver con nada. Ese pobre suertudo al que le has entregado el fruto de tu conservación, esa dorada medalla que habitaba en vientre que te distinguía de todas las demas y que yo siempre desee conservar en el más delicado altar de cristal de bohemia. Pobre, pobre de él que está tan contento, o que está triste y orgulloso por tenerte así, entregada, rendida e intentando por todos los medios encontrar un banal y transitorio antídoto para el veneno de mi amor eterno. No lo lograrás, simplemente porque moriré en el intento heroico de rescatarte de toda esa sarna de perro que te has acostumbrado a vender y a vivir. Te levantaré en las alas de mi viento aunque para liberarte de tal triste sortilegio, para soltarte de las cadenas de esa torre prisión que profesa gloriosa la M de su mierda absoluta, tenga que llorarte tanto como para transformarme en mar y luego en nube lenta en tu cielo de curda inducida... y después en lluvia, en una lenta y fina llovizna de dorados matices, para bañarte como solo yo sé a través de la reja de tu estúpida limitación, para romper así y de una vez por todas la infertilidad de tu camino sin mí, sin nosotros sin nadie.

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