El cansado manojo de luz dorada
resbala en la tarde de memorias frescas.
La blanda soledad de los arces
baña de triste ocre las orillas grices
mientras busca compañía
entre el humo de los autos.
Una paloma, un gorrión, una gaviota
y la última de las negras golondrinas
se esparcen con holgada placidez
hacia los cuatro puntos cardenales.
El brillante resplandor del astro
rebota con ternura entre la brisa fresca
quedan palabras... como flotando por el aire
Mientras el cansado manojo de luz dorada
va renovando nostalgias de nuevas memorias
y acariciando la piel, erizándola doce veces...
hasta la ventosa madrugada del otoño.
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