El pálido verdor en la mirada del taxista viejo
Soledades continuadas en función repetición
Amanecer que no halla desembocadura
El río, la manzana, el orgullo, la montaña
El pantanal, la rabia, el infinito y tóxico caudal
Somos brillos tenues
Vibrantes espejismos
Tras el secreto del silencio
Tenemos un cactus
Todos tenemos un cactus
Atravesado en el cogote
Una salvaje catarata de perlas
Sin nombre
Hoy un aullido decolorado
Lamenta el tiempo vanamente se exprime
Contando las horas de la eternidad
Cuántos camiones pagarán el peaje
Y con el dorso de sus almas
Dejarán su huella
Sobre la arena del cielo
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