Las macetas de los obreros
Reposan en la calle
Un trompo cascarudo
Habla en lenguas masónicas
El ómnibus va saltando
Entre los tiempos de marzo
El aire tibio adormece
Los reflejos y la respiración
Te busco, sigo buscando
Y encuentro boinas
Lentes de sol, pañuelos
Otras mujeres de moño
Acuarelas de mundo amable
Pantalones floreados
Y otros perfumes
Nueva Palmira es una pasarela
Donde se apretujan hogueras
Cigüeñas despintadas
Por Ecuador congelado
Y heridas de zarzamora
Que acallaron pedales
Y cuencos de lagrimas
Golpear la portera de tu espalda
Y que me dejes pasar
Al fondo de tus ojos
No muy convencida
Me das una suave bienvenida
Que se agotó antes de empezar
De la que quedaron esquirlas
Trozos de vidrio molido
Flotando en la madrugada
Cómo hacer para que pares
Te detengas un segundo
A observar estos ojos que te miran
Desde el sótano de mi alma
Te miran con brillo de grito
Envueltos en frío y trapecios
Vacíos de red y llenos de puñaladas
Se van los días
Tus besos y las trampas del destino
Mi alma zozobra
Entre multitud de risas de niños
Tumulto de escuela pública
Veredas pobladas de juego
Cielo de gaviotas
Mi pecho errante y tropezar
Amotinado en cartas con fiebre
Mi puño sigue en su rosca
Con los codos gastados
De borrar corazones
Se oye un silbido
Por la calle Sarandí
Ruido a motor que pasa
Resignarme a la estafa de la suerte
La ruleta trucada de tu vientre
Atrio de consuelo fugaz
Para altitudes borrascosas
Que cayeron de tu boca
En el mortero de mis manos
Y aquello, esto, lo otro
Mas acá, más allá
Mátame, pégame, te muerdo
Aráñame, córtame las venas
Arráncame los ojos
Con el virus de tu indecisión
Que yo resisto la eternidad
Del tedio, del silencio, suposiciones
Garajes vacíos de tu perfume
Donde paso noches de insomnio
Imaginando, recreando
Tejiendo sortilegios
En muñecas despistadas
Para anunciar sorpresas de nácar
Bajo el paredón del cielo
Bóveda de platino
Donde renace este poema
Repetición real de un crimen
Pasión descalabrada
Vegetación de largas hojas verdes
Que crecieron en momentos
Disueltos sin reproche
Pegados a la tapa de un libro
Viejo aguacero y aljibe
Donde renacuajos inciertos
Dominaran horizonte
Y estrella fugaz
Sobre la antena del 10
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