Cuando sali a caminar esa penultima tarde de julio, fume un porro subiendo el empinado repecho de camino duran.
La ciudad enjaulada en grisaceos verdes, me daba una bella sensajcion termica, algo calida para el medio del invierno.
Las voces de la gente susurraban la proximidad de la primavera. Me resultaba tierno que en efecto se pudiesen escuchar ese tipo de rumores, dos dias de 17 grados en julio y ya se hablaba de primavera. cuando subia duran, como venia diciendo, me encontre con el pitu. Nos reconocimos al mismo tiempo y nos saludamos con un abrazo de camaraderia. El pitu, platillero de la gran muñeca, era uno de esas personas entrañables, siempre sonriente y con una energia amigable y contagiosa. Durante la primavera y el verano pasados, cuando yo iba a tomar clases de murga con el solo hecho de quedarme atento y escuchando todo en una mesa de la isla, durante el ensayo de la gran muñeca, el pitu era uno de los componentes con logre el vinculo de mayor empatia. Ahi cuando lo encontre, me dijo que vivia en el bloque del complejo mas proximo a camino duran. Uno de sus alumnos lo acompañaba montando una moto apagada. (Una mooooooto!!)
Gustosos de saber que eramos vecinos de aquel remoto aunque encantador barrio de la periferia de montevideo, camine con ellos unas dos cuadras, todavia fumando. Nos reimos un poco y el pitu entro a hacer cambio en el tradicional super del barrio. El alumno y yo quedamos hablando de murga en general, el loco, con una intrigante desviación en el ojo, aseguraba ser duro para el aprendizaje de la percusión, pero que igualmente se había animado hace años ya a salir con una murga de las piedras. Me pregunto si yo tenia relacion con la murga, más alla de la pasión. Le conteste que si, que cantaba. Cuando mencione el nombre Se Mamo la Ternera, el tipo pareció reconocerla en seguida y lo invité para que fuera a tomarse un par al recoveco cuando tuviese ganas.
Como a los cinco minutos volvió el pitu y conversando un poco más, se comentaron entre ellos algunos nombres de murguistas famosos que se la comen. No hubo ninguna discriminación en lo que decian, simplemente una especie de curiosa sensacion de secreteo y risitas.
antes de despedirnos, le pregunte cuando empezaban los ensayos de la gran muñeca. Ojala que el mes que viene me dijo. Despues de todo podia ser que si, que la primavera estaba ya a la vuelta de la esquina y que todo el tiempo fui yo el equivocado, al pensar que las crudas garras del invierno se aferraban a mi y no al reves.
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