viernes, marzo 30, 2018

Recorte

Rubia desvencijada, en infinita pose calcada. Réplica exacta de otro millón de rubias con nombres épicos y piernas perfectas. Dolor de azul en el fondo de un cynar julep. Entran las mesas y las sillas. Sube un humo a mi barba, entonces me enredo en comedias y dramas próximos a la luna llena. Al fin el amanecer se ha acarreado hasta este rincón del planeta, todos los juegos empiezan, en eléctrizante consecución, siempre igual, solo su cambio es permanente mientras discurren de un lado al otro las virtudes y las miserias y mi escritura se va vaciando de su esencia, solo quedan calles vacías, llenas de papelitos que fueron alguna vez alegres cometas del carnaval. Hoy vuelvo a la Unión, cantan los Saltimbánquis partiéndole el pecho a la sobrecarga muscular y al retorcijo feroz de los sesos después de servicios como el de esta noche. Corta la franja lejana del alba, como viniéndose arriba pero sin jamás tocarnos. 8 de Octubre es tan fea, sin embargo tan familiar que siento jamás poder desprenderme del todo de sus misterios y sus rincones eternamente sepias. 

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