miércoles, febrero 12, 2020

Otros países 6

Pálinká jó Reggelt!!

Sucedió que me he dedicado al alcohol. A la investigación y rastreo étnico de un tipo de bebida propia de aquí. Mal he podido rastrear y lejos de esclarecer el asunto, lo que he descubierto no es más que un antiquísimo dilema que enfrenta a Rumanos y húngaros sobre la propiedad de la palinca. Sufrí a un licorero que me vendió, casi a prepo una botella con liquido color ámbar o dorado cuya etiqueta rezaba Tuica du Prone, con ampulosas letras coronando dos bellas ciruelas. Yo le pedí Pálinká, pero el tipo me dio eso, Tuica.  Bebí, era de día.

Avanzada la tarde, envalentonado y no conforme con lo sucedido, me aventuré por las calles céntricas de Cluj-Napoca mirando lo más posible en busca de cualquier señal. Finalmente di con otro lugar, donde una ambale muchacha, en una tienda muy pintoresca, se mostró abierta a compartir conmigo su conocimiento sobre el dicho brandy de frutas.  Lo primero que dijo fue que la Pálinká es húngara, donde tienen denominación de origen sobre el producto en cuestión. El primer registro que aparece al respecto es en 1332, donde se dice que la esposa del rey Carlos I, utilizaba un aguardiente único para combatir la atritis que la atormentaba. Finalmente, un dato algo esclarecedor: las fronteras en estas tierras jamás han sido demasiado estables, recordando como una cuenta más en el bélico rosario de la región, la reciente guerra de los Balcanes. Hecho por el cual resulta en vano intentar establecer un país de procedencia, amén que los húngaros ostentan la mencionada denominación. Se trata del destilado de un fermento de frutas. Cada área cosecharía más de tal o cual fruta y en base a excedentes de producción, sería utilizada para elaborar una potente bebida espirituosa, digamos que con un mismo método y una misma misión: dársela en la pera (pera como sinónimo criollo de mentón, no confundir con su acepción frutal).

 Aquí en Rumanía, la ciruela es toda una institución, he probado incontable cantidad, y deduzco que casi a modo nacionalista, se conforman con aclamar a la Tuica, como la verdadera Palinca. En medio de su exposición, la muchacha rubia de fino cabello lacio, se dio vuelta para buscar algo en uno de los estantes que tenía por detrás, pensé que Nicoleta tenía una noción mezclada o una versión propia sobre el costado antropológico de la bebida. Trajo una botella sin etiqueta con algo incoloro dentro y dos cacharros pequeños, cuyas bocas eran menos amplias que sus bases. Sirvió en ellos hasta arriba y me instó a brindar a la voz de "Itsen! Itsen!" y tomar al estilo de shot. 

Su familia de origen húngaro la había elaborado de forma casera. Fue como un hachazo de fuego en el pecho, cortándome al medio y lanzándome hacia mi propio cuerpo a toda velocidad. Parece ser que para esta elaboración se utilizaron duraznos locales muy dulces, peras, manzanas, ciruelas y algunas cerezas. Se genera una pasta con todo eso y de deja fermentar. Luego un destilado doble y hasta triple y todo embarricado en metal. Esta palinca que probé, según decía la chica, tenía una graduación alcohólica de 72%, me dijo que se hacían de hasta 86% y le creí. Antes de irme volvimos a brindar y cuando llegué al hotel Ion Luca Caragiale (más barato y confortable que el nefasto Carpati), me hallaba bastante entonado. Loco del pedo, parq ser mas exactos. Le escribí mientras bebía dos grandes vasos de Tuica-tonic con mucho hielo. La resaca del día de hoy ha tenido su nombre rayado en todas partes. Ayer la sentía de manera exacerbada. Creí poder arrastrarla hasta los Cárpatos, con el solo poder de mi voluntad, solo para hacer de nuestros dos cuerpos, una sola materia viva, bajo el amparo secreto de la medianoche Rumana.

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