Exploradora, observadora, calmo animal callado que mira el cielo nocturno desde los matorrales de su interminable oscuridad. Has abierto una herida en el cielo sin nombre de mis deseos, te has metido en mis sueños corriendo de lugar todas las cosas. Con tu exquisito perfume a monte, con tus manos rápidas, tus pies tan blancos, has corrido sobre las nubes de mis ojos y te llevaste las cartas que hablaban de mí en aquel futuro que no tuvo lugar. Pero lo peor de todo es que te lanzaste como un kamikaze enfurecido hacia mi pecho, buscando algo que nunca encontramos, te hundiste en la arena sin salida de mi respiración y desentrañaste el hondo misterio de mi rebuscada simpleza. Pero arrojaste la cascara de mi cuerpo en el agujero insondable de tus noches de olvido mientras yo sigo buscando una estrella que pueda llover en forma de largas horas de caricias de diamante y formas en la penumbra del tiempo de los besos. Algún día te veré por ahí... y no te reconoceré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario