martes, febrero 13, 2018

Las Ánimas -9-

 Yo era un pez, flotando sin rumbo en la noche de enero. Me paré para irme acostar. Al pasar por la cocina, necesité aproximarme a lo que quedaba de la torta. Abrí la heladera y saqué un plato plástico circular con una tapa transparente. En verdad nos la habíamos devorado casi toda. Tenía tres bizcochuelos montados, uno cuadrado, uno circular y uno triangular. El fondant en tres tonos de celeste llevaba vivos blancos de estilizadas formas, a veces destacando con notas de amarillos y dorados, y pequeñas pelotitas plateadas que hacían juego con los grandes números que ahora seguramente la tía ha guardado en su cómoda, envueltos en una servilleta. Los bizcochuelos, con un presente sabor alimonado, estaban muy esponjosos y tiernos. Había humedecido el primero con gran cantidad de almibar de naranja con un toque de Gin, el segundo con almibar de jengibre y el tercero con almibar simple. Era un detalle, pero junto con el delicioso relleno (crema batida con frutillas, moras y arandanos reventados), era una verdadera obra de arte. 
  Ahora quedaban solo unos pocos restos y un cuchillo tramontina con un monton de torta pegada, usándolo levanté un pequeño cumulo de bizcochuelo y pinché un triangulo de fondant celeste y me lo comí. Suspiré al recordar la misteriosa figura de la amiga de la familia, sus brazos firmes, su cabello rojizo pero castaño. Sus ojos casi ámbar. Ataqué un trozo más grande y lo comí con fruición. No podía ya, aunque quisiera, recordar a la adolescente retraída y flaca, con ojos de pánico. Sino que podía solo imaginarme su rostro a un brazo de distancia de mi cuerpo, agitando su desnudez sobre mí, el cabello derramado y acaso los ojos un poco dados vuelta. Me mordí el labio y pude sentir con claridad, cierta actividad en mis pantalones.
 -Vos sos Hernán, no? - sí, era ella, detrás mío.
  Giré, con la boca llena y sorprendido. Al verla parada en la puerta, tosí atorándome y escupiendo una cantidad de migas. Me tuve que volver hacia la heladera para toser e intentar no morir asfixiado por la torta de cumpleaños de mi tía. Ella se quedó todo el tiempo con su antebrazo apoyado al marco de la puerta. Afortunadamente pude controlar el acceso de tos y recobrar el dominio de mi diafragma, pero mis ojos lloraban y las palmas de mis manos estaban llenas de migas a medio masticar. Minúsculas trazas de fondant celeste. 
  Fueron unos 25 o 30 segundos de una vergüenza como sentí pocas veces y además, una verdadera lucha por la vida, ya que me aterró momentáneamente la idea de ponerme morado y que la gurisa me tuviese que socorrer de la muerte. 
- Qué garrón, disculpá.- dije mientras me lavaba las manos en la pileta y de paso me pasaba las manos mojadas por la cara. Tenía que cambiar la pisada. Reagruparme espabilando.
- Ay, estás bien? - respondió Valeria, conteniendo con éxito la risa. 
- No, no. Bien, bien.
- Cómo te va? Mucho gusto. Yo soy Valeria la nieta de Alfonso. - se acercó a mí y su aura de pétalos dorados me pegó en el hígado. 
  Nos dimos un apretón de manos y un entre-beso que fue también incómodo. 
- Mirá vos, la nieta de Alfonso, no te reconocí.- le dije mintiendo de manera flagrante e innecesaria. 
- Yo también, no sabía si eras vos, ustedes son todos también medios parecidos, no?
- Estuviste viviendo en el exterior vos, no es cierto?
- Sí pila de años. Vivíamos en Italia, en Génova. Vos también podes sacar la visa, creo, nosotros porque papá, Bertolini, el abuelo era de Verona y la abuela, la abuela no, creo que era portuguesa. 
- Mirá.
- Ah! La mina que te contaba la historia de la vida, no?
- No, no, para nada. Al contrario, soy fan de La Historia de Mi Vida. Yo soy Hernán y hace 6 años me fui a vivir a la Argentina. Hoy es mi noche de reencuentro con la familia
- Tipo programa de radio. La Historia de Mi Vida!!!
- Hola sí, tengo una llamada, a ver: "La Historia de Mi Vida es muy triste, soy hincha de Nacional. 
- Hola sí, La Historia de Mi Vida? El programa está buenísimo, no cambien nunca. Saludos para la gente de Penadoy que este año se quedan sin Libertadores otra vez. 
  Me reí de mala gana porque jamás me esperé una respuesta tan adecuada. Por supuesto me rompía las pelotas que Peñarol haya perdido en el Campeón del Siglo, 3 a 1 contra Cerro Porteño en la ida del primer partido por octavos de final. La salida del aurinegro de la competición era ya casi un hecho. 

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