sábado, enero 12, 2019

Las Ánimas -40-

 El eco de mi tos, reberveró fugazmente y ambos nos callamos mientras tomábamos mate y dejábamos por la mitad, en el pastito, el inmenso caño. El verde y el celeste del paisaje se iba llenando del canto de los pájaros. Una chicharra, escondida en algún árbol cercano, daba la primer señal de otro día de calor en la sierra. Pasaron unos cuantos mintuos de silenciosa relajación, a medida que el sol escalaba sin apuro desde el naciente. De pronto y sin previo aviso, Rolo empezó a hablar y retomó la conversación. Fue como si todo ese tiempo estuviese tratando de hacerlo, sin éxito. 
 - Cuando dice "nada de hablar", pensé "y ésta mina de dónde salió?". Yo estaba eufórico, con eso que soñé, estaba seguro que a los cuatro nos pasó la misma cosa y quería hablarlo para confirmar que fue así. Pero enseguida me di cuenta que no, que Valeria tenía razón y que era mejor no decir nada. Fue medio ilógico, pero tuvo sentido. De toque se me fue la molestia con ella y hasta me pareció lo más natural no decir nada. Hasta ni me molestó no haberme ido con Noelia. Pero fue así, no? Los cuatro estábamos... Fue como una especie de... Sueño en conjunto. Vos estabas, a vos te pasó lo mismo, no?
- Qué sé yo Rolo, no sé. - repuse acatando aún, la orden de no hablar del tema, más por miedo que otra cosa.
- Estábamos los cuatro en un cine, mirando una película 3D. Una sala viejísima, era...
- Ta, pelotudo, cortála. - Lo interrumpí, con un gruñido.
- Cada uno iba cambiando la película con la mente y los otros mirábamos. Estábamos sólos en la sala, me acuerdo clarito. Valeria sentada sola al medio, en la fila de adelante y atrás, con un asiento de por medio...
- Calláte Rolo, la concha de tu hermana.
- Viste!? Yo sabía!!! - exclamó mi primo, adivinando en mis ojos, la espeluznante sensación que me estremeció. - Nos comunicábamos sin hablar. Fue demasiado real, boludo, en una, cuando yo elegí lo qué ver, entraron a salir animales de la pantalla y se acercaban a mirarnos...
- Enserio, por favor, que me estoy cagando de miedo. 
 Algo dentro de Rolo se había quebrado y lo arrastraba más allá de sus cabales. Tenía los ojos desorbitados y estaba un poco pálido. Creí que no seguirle la corriente era la única forma de no correr la misma suerte y sucumbir ante el oscuro temor que me acechaba. 
- Me están jodiendo, no puede ser!! NO PUEDE SER!!! - gritó él, pedaleando un poco el aire, desde su silla. 
- Se puede saber qué es todo éste escándalo, a ésta hora!? - sonó la voz de la tía, imponente desde el umbral de la cocina. Aplastando con su aparición, todas nuestras locuras - Siempre lo mismo con ustedes, salen de joda, llegan a cualquier hora y no dejan descansar a los demás. 
- Él empezó, Tití. - dijo Rolo, escudándose tras de mí, del mismo modo que lo hizo durante su infancia y adolescencia. 
- Yo no pregunté quién empezó, lo que dije que a ver si maduran de una vez, semejantes veteranos, chillando como gurisas, se tiene que enterar todo el pueblo que ustedes son dos trasnochados, calaveras, inmaduros, caramba. 
- Perdoná tía - dije con un hilo de voz culpable. - estamos tomando un matecito acá, te querés sumar, o te vas a acostar de nuevo?
- Pero vos qué te crees, nene? Que yo me levanto a las nueve de la mañana como ustedes, bah, cuando se acuestan. Son cinco y media, casi las seis de la mañana. Yo aprovecho el día, no voy a vivir durmiendo.
- Es lo que yo le dije a él... - añadió mi primo con infantil complicidad. 
- Bueno, está bien. - dijo la tía, tornando la severidad de su voz, en su afable tono familiar de siempre. - Pero denme un minuto así preparo algo de desayunar para acompañar ese mate, que hasta lavado y todo lo deben tener....
 Se dio vuelta y desapareció cocina adentro, dejando nuestro ánimo sereno y aliviado. Todo el episodio del parque pareció no más que una de las tantas travesuras que hicimos de chicos. Nos reímos casi en silencio y suspiramos con exageración, haciendo a la vez, con nuestras manos, el gesto de quien se seca el sudor de la frente.
- Zafámos. 

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