domingo, junio 03, 2018

Las Ánimas -35-

 Qué? - Balbuceó Rolo, con las fauces llenas de... con las fauces llenas. 
- Te las comiste todas? - dije. 
La chiquilina sonreía con las mejillas prendidas de rubor. Miré a Valeria y ella, divertida, alzó los ojos casi como una forma de disculparse por nuestra estupidez. 
- Queda una. - al fin terminando de tragar, se excusó la muchacha. 
- Valeria, mucho gusto. - Besándola.
- Todo bien? - Besándola también.
- Él es el banana de mi primo, Hernan. - Explicó Rolo. 
- Noelia, encantada.
- Bueno, en realidad nosotros ya nos íbamos. Ni se calienten. - Yo. 
- Podríamos ir los cuatro, no? - Propuso animadamente Valeria, a lo que yo sentí que aquello cortaría mi posibilidad de encarar a la jovenzuela, cuyo perfil provocaba en mí, un escozor íntimo que se me antojaba similar a un incipiente renacer de mi persona emocional. 
- Eh? ir? ir a dónde? - con la misma impericia con la que yo mismo venía actuando frente a Valeria. 
- Estaría buenazo! - intervino Noelia. 
- A ver, a ver. Cuál es el plan entonces, yo no estoy pa caminar mucho, enserio.  - Seguía Rolo. 
- Vamos al parque, a hacer una fogata y cocinar algo rápido. Ne imagino que con esas empanaditas, por más buenas que estuviesen, no hicieron patria. - Valeria echándole un cuarto de razón a la escena. 
- Dos empanadas...? Me las pasé por el bigote, imagináte. - sentenció Rolo. 
- Ay sí! pero estaban super deli...
Me quedé mirándola, con cara, posiblemente de desagrado. Me caía mal la gente que decía eso de "deli", o peor aún "rerri" como abreviatura de "re rico". 
- Paren, pero qué vamos a comer¡?. - Preguntó Valeria, casi insistente.  
Todos me miraron, inclusive la recién llegada, que no tenía por que saber que yo amaba cocinar y que casi naturalmente, la tarea recaía sobre mí. 
- Qué me vieron? Cara de Chichita? por qué no cocinas vos, Rolo. Que andas volando. 
- ... - Rol, haciéndome ojitos suplicantes, expresando de forma sutil, con su ceño, que era mi chance de impresionar a las chiquilinas. 
En ese punto, como casi siempre que me tocaba cocinar para gente íntima, me ponía un poco nervioso y la inspiración acerca del plato a ejecutar, demoraba en llegar, un poco más de lo habitual. No se me ocurría nada, sin embargo odiaba transmitir la sensación a los demás de estarme inseguro o demasiado dubitativo y mucho menos nervioso o preocupado. 
- Hagámos una cosa. - dijo Valeria, en un gesto que oxigenó aquel breve aunque pronunciado silencio. - Noelia, vos viniste en la bici que esta afuera no?
- Sí. 
- Ta, ustedes me prestan la que está acá, no es cierto?.
- Claro! - al unísono los dos, en gesto de pro-actividad. 
- Vamos hasta a casa y traemos en un toque, algo para convertir en delicias.
- Copado! - Dijo Noelia. 

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