domingo, noviembre 15, 2020

Autorreferencia


 Una lata de cerveza barre el polvo de la medianoche. La calle Grecia padece los últimos pasos de las últimas mujeres interesantes. Después todo será silenciosa guerrilla, coágulo de asfalto que flota entre metrallas de moto y autos trasnochados con música fuerte. Alguien colgó luces de Navidad en la ventana, un familión cruza a los gritos, generando a su paso, los primeros silencios verdaderos. De este lado de mis ojos, las batallas promedian con algunos heridos de importancia y oportunas caballerías flanqueando el este con rojas banderas de labor. Este tabaco tiene gusto a mariposa, a tejado con luna, a ciruelo vigilante y a balneario con arena de sol. Mar que descansa en la bahía, sueño de gemelos invertidos gimiendo bajo pétalos fucsia. Pensaba ayer en las dos o tres novelas que me debo escribir, en las radiografías melancólicas y sobre adjetivadas de mi  prosa, en la persecución de la risa en mis mediocres cuartetas de murga, en esta nueva retirada, que ahora ocupa casi todos los rincones de mi poesía. Resulta que por esos azares me toca esperar un buen rato en la puerta de alguien, y con el ardor del aburrimiento llegan estás líneas sin motivo, estos retazos de silencio que se superponen con cara de letras random sobre blanco electrónico. Las orillas parecen siempre lejanas, comúnmente ando en el medio de la sopa y rara vez logro hacer pie. Prefiero a veces distraerme en el reflejo de las luces en los edificios del centro, en los cuadernos atrapados en jaulas de olvido y, bastante seguido, recuerdo la proximidad de la muerte, el polvo estelar que reclama despiadado, todas sus creaciones.  Seguiremos esperando un poco, en breve van a ser las 0:00

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