Los recuerdos de los sueños deben ser contenidos durante el día. Los conocidos desfigurados, los cielos amarillos, los porros en ceniceros, las casas de las ex, todo es retenido en las redes del sol de acá. Porque se vive en la noche con otra sed y otra voz, que paralelamente habita la misma realidad. Podríamos llegar a relajarnos tanto admirando balcones, construyendo ciudades de materia sensorial innegable. Sin embargo los caminos deben convivir para preservar algo similar a una sensación de cordura que lleve a puerto, los botes extrañados de cada una de las horas que transitamos.
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