Hoy, como todos los días jueves, dirigí mis pasos (en ómnibus) hacia CX28 radio Imparcial, donde junto a mi querido primo, intentamos sostener una humilde columna de rock (cien veces mejor que cualquier otra) desde hace ya casi 5 meses. Muy bien, llegando algo tarde, subo por la escalera hasta el primer piso, donde se encuentran los estudios en cuestión. Dentro del mismo se hallaba el conductor del programa, mi querido primo y tres personas más de las cuales no sabía yo nada más que el simple hecho de que se encontraban ahí sentados, para compartir el programa con nosotros.
Habiéndole dejado a la operadora de turno, el material de audio concerniente a nuestro mencionado espacio, me encamino silenciosamente a tomar asiento dentro del estudio. Hasta ahora todo bárbaro, la cosa es que los empiezo a escuchar hablar y con mi ya típica lentitud, comienzo a darme cuenta que hablan de un proyecto social que parecía llamarse "Limpieza del arroyo Malvín". Las dos mujeres y el hombre (tocayo mío) conversaban animadamente acerca de cómo su proyecto, que tenía ya algunos años de vida, aportaba una sustancial mejora tanto al medio ambiente como a la comunidad de algunos asentamientos del barrio, de cómo una vez trabados los primeros lazos entre los pobladores y este grupo de "ayuda social", los trabajadores notan que la problemáticas de los habitantes de los asentamientos, sus verdaderos problemas de fondo, que son en definitivamente las dificultades con las que se enfrentan día a día, son sin lugar a dudas, las mismas que las de los propios trabajadores y que en base a este descubrimiento (tan pero tan relevante e inimaginado) se comenzaba a derribar la barrera entre el "ellos" y el "nosotros", en las propias palabras de una de las trabajadoras sociales.
Ahora yo pregunto, con mi singular capacidad de ignorar las cosas, por qué no se está hablando de lo realmente relevante, de aquello que sin dudas merece toda nuestra atención, ya que los informativos centrales de todos los canales de aire del país, parecen dedicarle cada esfuerzo. La pelea de Chris Namús y el video de los milícos. Nada, ni una sola palabra, los trabajadores sociales hablaban de la limpieza del arroyo malvín y de la marginación y el contexto social verdaderamente crítico (al menos en lo que respecta a la realidad de nuestro paisito), hablaban de la vida de la langosta y de cómo sacar unas bolsas de basura de un arroyo podrido podría perfectamente estar ayudando a cambiar el mundo.
Los minutos pasaban y nadie parecía soltar prenda sobre ninguno de los dos asuntos... Nadie. Cuando fuimos al corte, el ambiente intelectualoide del interior del estudio se densificó tanto que apenas era posible respirar con normalidad, las miradas serias y los aportes constructivos parecieron quitar totalmente de la palestra los temas que verdaderamente importan. Al volver del magro segmento donde se acomodan los avisos de los auspiciantes, sonó la canción "piel de zorro" (del disco Mateo & Rada) que ofició esta noche de cortina para nuestro espacio, una vez hechas las presentaciones y los saludos pertinentes y antes de saltar a lo que nos concernía en realidad, me vi en la obligación, en el duro pero a la vez ineludible compromiso de tomar la palabra para tocar al menos, uno de estos pesados temas. Quitándole tiempo a todo el material que con arduo esfuerzo había logrado recavar para la columna, tuve que hacer mis pequeños descargos en contra de la corrupta industria del boxeo y de la paliza monumental que recibió nuestro principal par de guantes femeninos. Esto provocó una efusiva aunque breve disertación del conductor del programa acerca del tema, donde denunció la "joda" y la vergüenza que tiñó por días enteros nuestro precioso pabellón patrio.
Hicimos la columna entonces, pero con la honda satisfacción de haber colaborado y alimentado con información y juicio de cálidad a la exaltada opinión pública. Faltó el tema del vídeo de los milicos, pero estoy pensando en dejarlo para el Jueves que viene. Al fin de cuentas la comunicación la hacen los medios, y a los medios los hacen los comunicadores (y los sponsors).
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