viernes, diciembre 31, 2010
Frenético arranque con caída suave en pobres rimas sin demasiado sentido
jueves, diciembre 30, 2010
eternos monologos brillan
o se disuelven en el alba
momentos duros para gente blanda
amandose en silencio
compartiendo el rico patrimonio
de su tiempo.
Copetes
Cordones
Coronas
Correrías fatales
a la hora del fierro
Preocupado
por volatiles
sonidos de olas
lejanas...
Caravanas
Caraduras
Caracoles
Carcamanes disueltos
en las primeras largas
horas...
jueves, diciembre 23, 2010
Poema para niños en la lluvia mientras nace un nuevo verano
lunes, diciembre 20, 2010
Breve Dossier del Presente
lunes, diciembre 06, 2010
Corto, muerto y sigo
sábado, diciembre 04, 2010
Plateado el Río Negro
Los pasos inquietos que pisan el pasto
Guiando a la luna profunda en el cielo
Las manos pequeñas, frías
Por afuera.
Hubo tormentas de amor en mi mente
Había una luz en tus ojos
Princesa, Doncella, Montesa
Por dentro.
El río bañaba al deseo desierto
El sauce apagaba las voces
Tu cintura arabesca,
Tu mirada perfecta.
Tus alas son largo cometa en el cielo
Guiando a la luna redonda
Tu inmensa desnudes junto a la mesa
Oh!
El río bañaba al deseo desierto
El sauce apagaba las voces
Tu cintura arabesca,
Tu mirada perfecta.
Hubo tormentas de amor en mi mente
Había una luz en tus ojos
Princesa, Doncella, Montesa
Por dentro.
El río bañaba al deseo desierto
El sauce apagaba las voces
Tu cintura arabesca,
Tu mirada perfecta.
jueves, diciembre 02, 2010
Carta de un amor desesperado
Sigo dando vueltas alrededor de este pensamiento. Un calor profundo en mis entrañas, una extrañeza perfumada de sombras circula de un lado a otro de mi propia boca. Estoy hablando el silencioso lenguaje de la soledad, hundido hasta el cuello en tu confusión pueril, en tu ensopado de púberes dudas con razón. Cómo pude haber desembocado totalmente desarmado en esta madrugada perdida, en esta noche de perros sigilosos donde sigo mordiendo el hueso flaco de mi propia estupidez. Cómo he podido caer en la desgracia de este enamoramiento fatal. Cómo voy a curarme de esta infección de tus besos. Cómo voy a parar de sentir estas mortales ganas de decirte que te quiero, que no me importa cómo ni dónde ni cuándo ni porqué. Envenenado por el tóxico elixir de tu inexperiencia le canto esta oda a la irresponsabilidad del amor, al enfermizo deseo de poseerte para siempre, de verte crecer en la cárcel de cristal de mis besos. Estoy perdiendo el equilibrio en la inagotable fuente de esta soledad sin vos. Carreteas, cómo un ave pesada, apuntando hacia un horizonte naranja de preguntas sin forma, de respuestas que no querrías conocer, de miedos insensatos, de vueltas y revueltas en un circuito abierto por todas partes. Mientras tanto vas aprendiendo a volar por el ardiente ecuador de este pensamiento denso y redundante, vas abriendo tus alas enormes en un cielo cerrado por la tormenta furibunda de mi deseo recalcitrante. Palabras y más palabras brotan de la punta de mis dedos sin que pueda acabar de darle forma a esta puntada en el pecho, a este dolor de estomago que me endurece, que me quema los ojos, que me seca la boca y me ahoga en un silencio inhumano, en una mueca horrenda que delata un profundo e indescifrable dolor en el alma. Tengo que evitarte, tengo que decirte que no te quiero ver nunca más para que entiendas que soy capaz de inventar cualquier excusa para tenerte a mi lado, incluso este empalagoso bálsamo de irrealidad y de promesas absurdas, incluso este fingir que te ignoro, que no te respondo, que no te recuerdo cuándo en realidad quiero volverme uno sólo contigo. Quiero que te sientes en mi cara y me dejes sin el aire que me recuerda que no estás, que me destroces en un traqueteo de metralla, en un amargo licuado sexual. Quiero inundarme con las secreciones maravillosas de tu pureza, con la delicadeza de tu piel bajo la luna, con la frialdad de tus pezones frente al río, con el exquisito hedor de tu más profundo miedo, el miedo a perder la forma perfecta de tu alma de niña. Quiero, muero, soy.