Cristalizado por el vino de un partido, pastel de carne desde un jueves del montón. Canta ahora el mar bien cerca de cuchilla alta. Cruzó una puerta para irme a acostar. Las manganetas y los árboles del frío dieron su paso a esta fresca liviandad. Será el sereno con sus brazos y el rocío, los que me arrullen como un verde manantial. Mañana habrá ardua labor con pies cansados, pero quizás más tarde algún tornillo zafe o ceda y por la noche hayan risas, flor y un bar.
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