viernes, noviembre 09, 2007

Yo sufro a veces


Sin palabras, sin voluntad o deseo. Sin paredes ni dudas ni retazos ni enmiendas ni escrúpulos de nada, haz arrojado la piedra de la desidia, conociendo la flaqueza de mi corazón de perro, de mi única certeza, de mi magnífica e inviolable felicidad, que naturalmente se desvaneció… como todo en esta tierra de milagros y maldiciones. Se volvió una sucia promesa mal cumplida. Lo siento, lo siento tanto mi amor…

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