Las nubes duras y de bordes difuminados
colapsan contra el cielo suavemente explosivo
quedan retazos de algunos vuelos colgantes
abanicados entre el viento recortado en el sol
Y por debajo
las lombrices van masticando
con fruición animal
el suelo por donde caminamos todos.
El silencio es a veces víctima de estáticas
de ondas eléctricas, de colisiones infrarrojas
del irremediable peso de la materia oscura
y cada tanto...
el benteveo repite el libreto ancestral de su especie
al igual que yo, cuando escribo
que de memoria voy tejiendo una bufanda
con antiguas simbologías
en busca de un nido, un hogar
un vano fueguito en la penumbra inabarcable.