Otra vez la noche para él, otra vez la acción de ser esa otra persona, que por momentos era la única persona que habitaba en él. Los detalles ya estaban plenamente entendidos, Xavier iba a la guerra, a la guerra sucia y secreta de la ciudad dormida. Lleva sus tiradores con dos pistolas 5.7, un rifle semi automatico de asalto y un cuchillo bajo la manga, al estilo romano. La noche anterior con Kika había sido simplemente maravillosa, Xavier camina por un callejón empedrado hacia el punto de encuentro. Una esquina oscura donde se encuentra con Trébol, un fiel compañero, un joven despiadado y sanguinario que asesinaba a sueldo para el Alfa y la organización, con él da forma los últimos aspectos de la logística de la operación, entendido, tenemos dos hombres más, tené cuidado. Xavier y Trébol toman distintas direcciones, Trébol estará montando guardia sobre el techo de un estacionamiento frente al edificio donde se realiza la reunión de los alemanes. El silencio en la calle es verdaderamente ensordecedor, Xavier camina y se aproxima a la entrada del edificio, extrañamente le sudan las manos y tiene la boca reseca, siente nervios por primera vez desde hace muchos, muchos meses, se ríe para sí, él era el mejor, no había porque preocuparse, entraría intempestivamente y rociaría los hijos de puta con plomo ardiendo y se marcharía perdiéndose en la noche como solo él podía hacerlo, Trébol se encargaría de cualquier asunto por fuera del edificio aunque no había motivo para temer, era algo de rutina, entrar matar y salir, su misión era precisamente esa, entrar, asesinar y salir como había hecho demasiadas veces ya desde la tarde de su primer asesinato furtivo. El edificio es extrañamente sofocante, la mente de Xavier, que siempre ha sido en témpano de hielo, comienza a derretirse con cada paso, cuando siente por su cuerpo todavía las manos perfectas de Kika, que lo acaricia la noche anterior, sus labios perfumados, su enloquecedor aroma de hembra sin alma. Sube por el ascensor hasta el primer piso, una ociosidad, sabe que nadie lo espera, que nadie lo verá, que nadie lo reconoce, no hay alemán que haya visto la cara de Xavier y haya sobrevivido para contarlo. Xavier patea la puerta con una fuerza imprevista, los que están a la mesa, mudan inmediatamente su cara de preocupación hacia una genuina expresión de terror, atinan a agarrar las armas que están arriba de la mesa en medio del pánico de su presencia conmovedora, un disparo , cae uno redondo en su silla hacia atrás a la vez que el contenido de su craneo se esparce violentamente en un último suspiro hacia atrás , el segundo titubea una fracción de segundo, muere también con una bala calibre 5.7 que le desgarra la garganta y el tercero efectúa un disparo, Xavier lo siente pegar en el brazo derecho, con la mano izquierda alza el rifle semi automatico de asalto y lo rellena de balas, le borra la cara de vivo y lo pone a dormir para siempre. Los tiros suenan potentemente en la sombra de la noche, de una puerta sale otro alemán con un 38 largo y efectúa tres disparos, ninguno de ellos toca a Xavier que como un felino rueda por el piso y reduce a su enemigo a balazos. Éste cae, Xavier se levanta como puede, le quedan todavía dos balas una de las pistola, la otra está todavía intacta, revisa el resto de la casa ajeno al ardor insoportable en su brazo y al silbido de su aturdimiento que le lastima los tímpanos y lo marea un poco. Se incorpora y hace la seña por la ventana para que el resto del comando comprenda que el área esta libre de enemigos, pasa una pierna primero hacia afuera del marco beige de la ventana rectángular y luego la otra pierna, camina unos siete metros por un prétil del edificio y piensa que no está tan alto, es un primer piso, se agacha en un lugar donde la cornisa se vuelve sensiblemente más ancha y agarrándose del borde se estira hacia abajo para reducir la altura de la caída, se suelta de manos, cae unos pocos metros, pero cae bien, como sabe caer, no es la primera vez que salta de esa manera, cuando caé un pesado cúmulo de sangre mana de su brazo y Xavier siente placidamente el ardor y la presión. Comienza a caminar recuperando el aliento hacia el punto de salida cuando escucha la voz de Trébol venir desde atrás suyo, desde el techo de enfrente que grita "Embozcadaaa" y comienzan a sonar disparos por todos lados. Xavier intenta buscar un lugar desde donde guarecerse y disparar pero siente tres golpes nefastos, uno en el vientre, otró en la pierna y otro en el hombro, su entrenamiento le alcanza tan solo para atinar a buscar una sombra oscura y caer desplomado a la vez que intenta convencerse de que no se va a morir.